VIEDMA (AV).- Frenar la desertificación es posible y es la única forma de enfrentar crisis de sequías como la de este año. Como la de otros que quedaron en la historia y las que vendrán, propias de este clima patagónico.
La desertificación es un deterioro constante y permanente en toda esta región del sur argentino pero hay que empezar con acciones para cambiar esta tendencia.
Lo importante es estar preparados y una de las formas, tal vez la única, es planificar la producción de los campos sosteniendo el recurso forrajero que, sin duda, en la Patagonia está muy degradado con una seria inclinación a acentuarse.
Se calcula que la desertificación avanza 300.000 hectáreas por año en la Patagonia.
El diagnóstico de la FAO señala que 330.000 se encuentran en grave estado de desertificación, situación que se produce cuando se pierde la capa superficial de suelo que es la más rica en nutrientes donde se pueden alojar las semillas y reproducirse.
Con el sobrepastoreo los campos pierden el vegetal y esto genera que el viento vuele la capa fértil, dejando un suelo muy empobrecido donde nada se puede reproducir.
Por otra parte las estadísticas de la hacienda de los años 20 a la actualidad son también elocuentes en relación al avance de la desertificación con campos cada vez más degradados, incluidos aquellos que tienen mallines pero donde no se maneja el recurso forrajero como se debe, sino que mientras el verde perdura se suman más animales. El tema es cuando la lluvia no llega y las ovejas no tienen para comer como ocurrió este año.
NECESIDAD DE CAMBIO
Consultado sobre el tema el coordinador provincial de la Ley Ovina, Edgardo Tejeda, sostuvo que, en general, el productor lo que quiere es más ovejas "pero no se mide la eficiencia de ese animal que en la provincia es muy baja".
Explicó que desde hace cuatro años se trabaja en tratar de cambiar esta actitud y que se empiece a mirar la genética, la eficiencia de la oveja, el pastizal, sobre el cual hubo una expresa exigencia de Nación de un estudio del tema.
Fue entonces que, en el marco de la ley, se comenzó a diseñar una evaluación de pastizales posible para los productores que en dos o tres días de trabajo permitiera establecer la receptividad de los campos y una recomendación a los productores para invertir el dinero que ofrece el programa de la manera más eficiente.
En ello trabajaron técnicos de la UNC, de los ministerios de Asuntos Agrarios de Buenos Aires y Producción de Río Negro y del INTA.
Así comenzó este primer paso que consiste en planificar la producción del pasto para luego hacer lo mismo con las ovejas.
En base a ese trabajo, desde hace un tiempo, la tarea se concentra en los campos, donde se diagnostica la situación del pastizal: si la tendencia es estable, regresiva, si se lo está dañando o cuidando. A esas conclusiones arriban los técnicos en base a una foto satelital que define los grandes ambientes, determina la cantidad de pasto existente, la receptividad y aconseja al productor si tiene que bajar o subir la carga (cantidad de ovejas), si son necesarias mejoras y orienta la inversión, teniendo en cuenta además la cantidad de aguadas y si existen o no mallines en ese campo.
Tejeda sostuvo que, por lo general, cuando la situación está buena los productores recargan los campos pero cuando tropiezan con sequías como la actual la situación "explota por todos lados". Fue taxativo al señalar que "sin diagnóstico del pastizal no puede haber proyecto y sin proyecto no hay financiación" y agregó que del diagnóstico se debe pasar a la planificación integral.
SE BUSCAN PROFESIONALES
Para lograr ese objetivo hoy se tropieza con un serio inconveniente. En Río Negro son 3.000 los productores ovinos, de los cuales el 80% posee entre 600 y 700 ovejas y los aproximadamente 70 profesionales a terreno que trabajan no dan abasto para
cubrir esta actividad, razón por la cual se llamó a inscripción a técnicos en ciencias agronómicas, agropecuarios, en producción animal, ingeniero zootecnista con alguna incumbencia en lo que es relevamiento en recursos naturales. Además de la formación se calcula que ese profesional realizando entre tres y cinco de estas evaluaciones por mes puede sumar unos 5.000 pesos.
Hoy este tipo de actividad ha desbordado a los técnicos dedicados a ella frente a una demanda de aproximadamente 400 productores que requieren de una evaluación de pastizales. Se realizan entre 30 y 40 por mes.
Además ya suman más de 400 campos evaluados que significan aproximadamente 1.800.000 hectáreas, básicamente en la Línea Sur, aunque están incluidos algunos de Río Colorado por el programa ganadero bovino que se incorporó recientemente. Muchos casos son irrecuperables. Hay campos donde la situación anterior ya no será posible de reflotar.
En relación al proceso de evaluación de pastizales una de las técnicas Mariana Villablanca destacó que se le da importancia a todo pero "tratamos de hacer el ajuste en el cuidado de los mallines -donde hay agua y pasto- sector en el que generalmente está más degradado el recurso "porque la mayoría se han salinizado".
En esos lugares se concentra la presión el pastoreo que al consumir el recurso el agua corre cada vez más rápido, profundizando la grieta y trasformando, por ejemplo, un mallín de 100 hectáreas en un hilo líquido cinco metros bajo tierra.
En relación al diagnóstico de lo evaluado hasta el momento detalló que los campos, en general, están al límite o sobrecargados. "Hay más animales que el pasto que los pueda alimentar y recuperarse".
No obstante señaló que se han observado casos en donde la carga está ajustada a la superficie y a la producción pero "el mal manejo que hace el productor por no tener las divisiones adecuadas y rotar a los animales genera que el pastoreo continuo termine con parte del forraje porque las ovejas comen el rebrote de las especies que les gustan y matan la planta, quedando sólo las indeseables".
De allí la importancia de los créditos puestos a disposición para infraestructura: alambrados y aguadas.
CAPACITACIÓN RURAL
Por su parte Rodrigo Saldivia, uno de los capacitadores puntualizó que en la Línea Sur se observa una subutilización de los establecimientos.
"Muchas veces el productor dice que tiene pasto pero está fuera de la aguada entonces el animal tiene que caminar siete u ocho kilómetros para tomar agua y después volver por el pasto, entonces todo lo que es alrededor de la aguada se encuentra en un deterioro muy avanzado", sostuvo.
No obstante explicó que es probable que ese campo se encuentre con la carga adecuada pero lo recomendable para "este productor es un manejo de infraestructura una planificación del pastoreo con una rotación que le permite a cada sector del campo en épocas diferentes el rebrote de las especies".
Por esta y otras razones la intención es implementar un centro permanente de capacitación para los empleados rurales. En ello se trabaja desde hace dos años. Sólo en 2006 se dictaron casi 40 capacitaciones con 700 productores, participación que no es fácil conseguir, sobre todo, cuando de pastizales se trata, tal vez porque los resultados no son inmediatos a diferencia de la genética, por ejemplo.
LA DESERTIFICACIÓN TAMBIÉN ES SOCIAL
La prolongada sequía de este año mató ovejas, malogró pariciones, disminuyó la producción y calidad de la lana en un momento de valores importantes, teniendo en cuenta que el kilo está en casi 13 pesos.
Es de esperar que esta crisis además de los daños permita un visión distinta porque, en realidad, la sequía es importante pero es propia de este clima. Lo terrible es la desertificación que avanza y no hay vuelta atrás. Pero no se valora como un problema social como la emergencia por la sequía que dejó sin sustento a miles de productores y esto repercute más rápido. Sin embargo la desertificación debiera ser mirada como un real problema social de un futuro no muy lejano si no se empieza a trabajar para frenarla.