"Tito" tuvo la oportunidad de visitar Nueva Zelanda y enamorarse de los ciervos gracias a un amigo. Se trata de Neville Johnnson, uno de los principales cultores. Estos mamíferos renuevan una vez al año sus cuernos y por lo tanto se pueden aprovechar.
En la pequeña isla del Pacífico Sur, tierra del célebre seleccionado de rugby "All Blacks" y de los indios mahoríes, se vio seducido para importar la iniciativa. Allí, observó que la carne de ciervo se explota casi tres veces más que en la Argentina.
Armó una sociedad con su amigo comenzando a trabajar con 400 ejemplares enviados a una de sus chacras ubicada en la colonia agrícola del Valle Inferior (Idevi) desde la estancia pampeana "El Monasterio". Este establecimiento es propiedad del neozelandés.
Tuvo que remar mucho. Los ciervos saltan y hubo que invertir en costosa infraestructura. Debieron construir pequeñas parcelas con alambres de 2,20 de altura. La familia del popular "Bambi" se hizo grande. Aumentaron a 1.200 ejemplares.
El negocio inicial desde 1993 en adelante, fue realizar un pequeño corte en las puntas que crecen anualmente en cada ejemplar, y luego exportarlas congeladas hacia Oriente. Con las cornamentas o belvet, los chinos suelen fabricar esencias "afrodisíacas".
Dos frigoríficos bonaerenses le permitieron desarrollar algunas exportaciones de cortes cárneos a Alemania. Por su inquieto espíritu relacionado con las instituciones, un día le golpeó la puerta del despacho a Felipe Solá. Por entonces, el gobernador bonaerense se desempeñaba como secretario de Agricultura y Ganadería del gobierno del presidente Carlos Menem. Juntos lograron modificar la Ley Federal de Carnes para que este mamífero criado en cautiverio sea considerado con el mismo estatus productivo de una vaca o una oveja como para que abra puertas en el horizonte del paisaje internacional.
La crisis provocada por la aftosa durante 2001 le jugó en contra. "Al amigo (Antonio) Berhongaray (funcionario de Fernando De la Rúa) se le ocurrió traer vacas del Paraguay y diseminó la enfermedad por toda la provincia de Buenos Aires. Obviamente, se nos cerraron todos los mercados, pese a que el ciervo no es transmisor de la enfermedad", apuntó.
Al quedar truncas las posibilidades, sólo hay comercialización de carne en el país y la venta de ejemplares. El criadero de ciervos del Idevi se nutre además de guanacos y avestruces, con la intención de que en un futuro próximo se puedan explotar sus carnes, pelo y plumas.
La diversificación de la familia formada por Naim Pérez se extiende a una planta procesadora de carnes silvestres en Bariloche, principalmente ciervo, jabalí, trucha y salmón.
Y para cerrar el círculo, merced a su cercanía con los campos en el Partido de Patagones frente al Atlántico creó en 1998 la firma Patagonia Ostrícola, un proyecto asociativo en el pueblo pesquero de Los Pocitos. Tiene como meta abastecer el mercado interno y conseguir algunos cupos en Francia, hacia donde viajó poco tiempo atrás. La calculadora se pone roja funcionando a "full", al palpar desde su centro de operaciones en Viedma que cada ostra se cotiza en el mercado galo a 1,80 euros y en Los Pocitos, ese mismo valor, equivalen a cuatro kilos. La primer etapa implica los envíos de materia prima en fresco, pero con el correr del tiempo es generar un procesamiento para distintos gustos del consumidor: en escabeche o al limón.