Multifacético, trotamundos y vital para todo emprendimiento productivo y comunitario que se le ponga enfrente. Así es Vicente Naim Pérez, quien dice haber inventado el sello de "corderito patagónico", el que ahora pregona el presidente Néstor Kirchner por los cuatro puntos cardinales.
Todo comenzó a mediados de la década del '80 cuando Guillermo Alchourrón era presidente de la Sociedad Rural Argentina. Se buscó por esa época interesar en el consumo a los japoneses, mandó a imprimir folletería y hasta se valió de un estudio científico que gustó mucho en el país del sol naciente.
¿Argumento científico o recurso de marketing? Mucho de lo primero. En esos años, los profesionales de la medicina viedmense Luis Vázquez y Raúl Coniglio habían concluido en que la carne tiene poco grasa y por ende, el colesterol se mantiene en sus niveles normales.
"Comenzamos a pregonar que además de poseer una carne exquisita, el ovino se ve obligado a recorrer grandes distancias para consumir pasto y encontrar los bebederos, con lo cual su musculatura no posee grasitud", resaltó. Los japoneses entendieron todos, pero las barreras sanitarias luego impidieron que el negocio pudiera hacerse.
Naim Pérez es santacruceño como Kirchner. Nació en una familia de ovejeros en Las Heras durante 1925, cuando esa provincia ya buscaba olvidar la represión de obreros rurales que tan bien retrató el escritor Osvaldo Bayer en "La Patagonia Trágica".
Cursó sus estudios primarios en Comodoro Rivadavia y el secundario en el Colegio Lasalle de Buenos Aires. Intentó ser ingeniero mecánico pero el servicio militar y una oportunidad de su primer salida laboral, lo tentó para seguir en el Ejército.
Pone en claro algo: "En ese tiempo los veranos no se pasaban en Mar del Plata o Brasil, en el campo de mi padre aprovechábamos las vacaciones para ayudar en la señalada, esquila o el baño antisárnico de ovejas".
Comenzó como subteniente, con varios destinos en el Sur hasta llegar a teniente coronel en la aviación del Ejército con 7.200 horas de vuelo, y como piloto de los DC 3, que Argentina le compró a Estados Unidos después de la Se
gunda Guerra Mundial.
No quiso saber nada con la pelea interna de azules y colorados, por lo que decidió pedir el retiro.
Su amistad con un directivo de Ford Argentina, con quien pescaban juntos en los lagos del Sur, lo hizo recalar en Viedma al frente de una concesionaria. Eran tiempos en que el querido Falcon comenzaba a imponerse. El campo funcionaba a pleno, y eran tiempos en que los ganaderos cambiaban el tractor todos los años. Naim Pérez, visualizó que si se unía a las fábricas de tractores y la empresa de bandera en los combustibles, co
menzaría un momento de bonanza en otro rubro. "Como tenía conocimientos de mecánica al pasar por la Facultad de Ingeniería, me adapté perfectamente", rememoró.
El florecimiento empresario lo instaló primero en la Cámara de Comercio de Viedma, luego en la Confederación Económica de Río Negro, en la presidencia de la Rural de Guardia Mitre, de la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro y en la vicepresidencia de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Su historial dice además que fue el fundador de la Asociación Argentina de Criadores de Ciervos.
La ciudad de Viedma y su hermana Carmen de Patagones festejaron su bicentenario de fundación el 22 de abril de 1779. En esos años, la comunidad salesiana comenzó a desentenderse de lo que hoy es la Manzana Histórica de Viedma. Naim Pérez presidió una comisión para que la capital rionegrina no pierda ese patrimonio bajo la piqueta.
Una parte fue demolida porque los salesianos le vieron la veta inmobiliaria. Ese puñado de viedmenses con él a la cabeza, consiguió un comodato por 99 años.
Para ese acontecimiento tenga el broche de oro se le ocurrió viajar a Bolivia para rescatar los restos del fundador, don Francisco de Viedma y Narváez. No lo consiguió, pero al menos se dio el gusto de que su impronta sea respetada gestionando el depósito en una capilla del hos
pital de Cochabamba.
Ahí tuvo un gesto conformista. "No pudimos -apuntó- traer los restos pero una réplica de la capilla está en el monumento que hicimos construir para la ciudad, y hoy está situado en la avenida costanera frente el Centro Municipal de Cultura". Precisamente, en ese punto, desembarcó por primera vez el agricultor español.
Un buen día, recordó su niñez en Las Heras y decidió volver al campo. Adquirió en principio uno de 12.500 hectáreas en Guardia Mitre. Un sueño convertido en realidad, pues parte de esa superficie tiene 3,5 kilómetros sobre la costa del río Negro, junto a la balsa ribereña. Lo bautizó "Peumayén", vocablo aborigen que significa "lugar soñado".
Arrancó con 300 vacunos. Probó con Aberdeen Angus, Charolais y Hereford. Al final se quedó con esta raza porque los demás dejaban buenos rindes en el frigorífico pero las cruzas se volvían salvajes en el monte. Al revivir los comienzos en 1980, señaló que "los pumas me hicieron perder durante el primer invierno cerca de 600 lanares".
Tiene trigales en la costa marítima bonaerense, chacras bajo riego y propiedades similares en El Bolsón y Chubut. Algo así como que fue acumulando 20.000 hectáreas, y también problemas.
Incursionó nuevamente en la actividad comercial cuando el gobernador Horacio Massaccesi privatizó Fricader, la centenaria casa de "Peumayén" se incendió luego de que se reconstruyó a nuevo para actividades de agroturismo.
Volvió a conformarse: "Soy hijo de ovejeros, sé del sacrificio, por suerte algo nos salió bien cuando en 1993 pudimos exportar 84.000 lanares en pie a los países árabes desde el puerto de San Antonio Este".
Con tantas leguas para recorrer y controlar que todo anduviera a la perfección, salía muy temprano de su casa y volvía muy tarde. Al final, su esposa "Chola" y sus hijos Vicente Armando, Mónica y Claudio se fueron acostumbrado.
Su espíritu, que aún lo conserva, son las ganas de hacer. La pregunta que queda flotando es cómo hizo para mantener su personalidad multifacética y quitar horas al sueño.
Explica que "siempre tuve ambición para encarar las cosas, y por otro lado cuando lo necesité me asesoré con los
mejores. Cuando encaramos el proyecto ciervos no fui a ver el tipo de la esquina, busqué el mejor".
Destaca que "soy un agradecido de Dios que constantemente me dio mucha vitalidad, utilicé más de lo que corresponde en las actividades que me gustaban, nunca tuve problemas de salud, soy afecto al trabajo, nunca me molestó y siempre tuve la idea de seguir progresando".
SIN FRONTERAS NI DESCANSO
Sus movimientos institucionales, en lo empresarial y agropecuario, le permitieron subirse a varios aviones en misiones comerciales argentinas. Así trató de buscar inversores para el país en Estados Unidos, Europa, Japón, China, Arabia Saudita, Kuwait y Dubai.
El hecho de haber tenido que enfrentar lenguas diferentes en el mundo, le otorgaron patente como para opinar sobre cómo nos ven a los argentinos. "Después de tantos kilómetros recorridos me doy cuenta que a nosotros nos están engañando desde hace 60 años. Estuvimos entre los primeros 10 países del mundo, sin embargo veo que nos vienen diciendo que somos los mejores aunque nos malcriaron, maleducaron", sintetizó.
Su mejor ejemplo es que "nuestros abuelos vinieron a trabajar y con esfuerzo levantaron su casa, el país; siempre seguían adelante. Nuestros padres conservaron algo y nosotros dilapidamos lo que ellos construyeron".
Le quedó una imagen grabada luego de un fracaso con la energía eólica. Intentó retomar los contactos con España. Ahí terminó de convencerse de que Argentina no goza de mucha seriedad.
"TITO", EL CONSEJERO
Hoy está retirado. Dejó las 20.000 hectáreas, los campos, el patrimonio a sus hijos. Sólo piensa en un nuevo emprendimiento turístico para El Bolsón y mantenerse como consejero de sus hijos.
Hoy con la tecnología comunicacional disponible sólo tiene que encender la computadora para revisar los correos electrónicos y analizar los movimientos de sus colaboradores más inmediatos y un equipo de trabajo de su oficina en Buenos Aires. La necesidad de seguir adelante se mantiene incólume, como un protagonista de estos tiempos.
ENRIQUE CAMINO
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