En la historia del Valle no se registran mujeres en la actividad vinícola. Esto no quiere decir que no hayan existido. Están en la historia, pero invisibilizadas. De ellas habla una importante cantidad de relatos de mujeres que sabían tratar a sus viñedos como hijos, que entendían de poda como el que más, cientos de cosechadoras, productoras de cerveza artesanal y mujeres audaces como mi abuela, Ernesta Fava de Guarnieri, quien se hizo cargo con sus hijas de la bodega de mi abuelo cuando quedó viuda.
Aun así no abundan las mujeres empresarias en el sector. Emilce Notaro es hoy prácticamente la única mujer de la zona que está a cargo de una bodega y que, además, elabora un muy buen vino. Es posible que haya otras que no conocemos, metidas en la producción, en los trabajos culturales, en el rol de mujeres de bodegueros que aprendieron en silencio los secretos de la actividad.
Emilce es un caso interesante en el que se unen una gran personalidad, una enorme capacidad de trabajo, curiosidad y grandes sueños. A estos ingredientes se añade su femineidad intacta, fortalecida con su impecable rol de madre, que nunca subordinó a nada.
A medida que su hijo fue creciendo e independizándose cuenta encontró un caudal de energía que buscaba cauce. Cuando surgió la idea de tener una bodega, nació con ella la posibilidad de hacer un emprendimiento sola, un emprendimiento que a su vez pudiera dejar a mi hijo, si es que él decidiere continuarlo.
Hacer una bodega de la nada no fue el primer desafío de esta mujer que a lo largo de su vida tuvo unos cuantos retos. Retos que evidentemente la fortalecieron. Emilce hizo, además, una experiencia nueva e interesantese cuando decidió plantearse el desafío de circular en un mundo de hombres. "Debo decirte que no fue fácil. Creo que algunos colegas no creyeron que yo trabajaba hasta que vieron mis manos. Se imaginarían que yo iba a las reuniones de bodegueros porque no tenía nada que hacer y la verdad es que durante estos años estuve siempre al pie del cañón, primero con ayuda de mi ex marido y de mi hijo y después sola con Claudio. Pero poco a poco fueron conociéndome, soy una persona muy franca, diplomática pero de palabra. Entonces empezaron a respetarme... De cualquier modo no me fue fácil, aún hoy no me resulta fácil, aun en pequeñas cosas, como hace unos días que fui a comprar unos postes y me quisieron vender cualquier cosa, como si por el hecho de ser mujer no estuviera capacitada para elegir postes buenos. En fin, el machismo perdura.
"Entre las cosas que aprendés cuando te metés en el mundo de la producción valletana continúa es a trabajar con otros, a elegir el personal. Hoy contrato preferentemente mujeres. Esta vendimia las cosechadoras eran mayoritariamente mujeres. Trabajamos muy bien, ahora estoy formando a una persona que maneje mi bodega, una operaria. Fijate que en la zona no hay ni una sola enóloga y no conozco a ninguna otra mujer que maneje una bodega. En esto parece que me tocó ser un poco pionera. Ojalá mi experiencia sirva a otras mujeres que tienen sueños pero les falta atreverse a hacerlos realidad".
(SY)