BUSCAR       RIO NEGRO    WEB     
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
  podio
RURAL
DEBATES
GUIA OCIO
eH! HOGAR
ESPECIALES ON LINE
ECONOMICO
CULTURAL
ENERGIA
 
Sábado 06 de Octubre de 2007
 
 
 
>>Ediciones ANTERIORES
   
  HISTORIA DE VIDA
  Los Llorente, pioneros de Luis Beltrán

Alcides Llorente es uno de los indiscutidos referentes de la vitivinicultura regional. Trabajó en el INTA hasta hace poco y desarrolló los planes vinícolas para Río Negro y Neuquén.  La familia llegó desde España al Valle Medio, que la tiene entre los primeros pobladores del lugar.

 
 

Click para ver más fotos

Los Llorente eran cuatro hermanos varones, oriundos de Vigo, Castilla la Vieja, de un pueblo llamado Campo de Villavidel. De familia de agricultores, el amanecer del siglo nació para ellos como un reto. España era entonces mezquina para sus habitantes y América estaba en el lugar de los sueños. De este modo quemaron naves y llegaron al Valle Medio, que los tiene entre sus primeros pobladores.

"El 16 de octubre de 1908, mi padre llegó a la Argentina. Tenía 18 años. Ese año había muerto mi abuelo Benigno", cuenta Alcides Llorente, un ingeniero agrónomo que ha hecho una trayectoria importantísima en lo que refiere a sus aportes al sector vitivinícola.

El padre de Alcides, Germán, siguió a su hermano que estaba en la Argentina y en España quedaron su madre, Epifania Aller, y sus hermanos menores, Domingo y Daniel. Escapaban de un destino seguro que era ir como soldados a Marruecos. Al morir el jefe de la familia, no quedaron en buena posición económica; de hecho allí tenían una pequeña parcela de tierra que alcanzaba para la subsistencia. "Además cuenta Alcides estaban cansados de pagar tributo a la Iglesia. Si producían dos bolsas de trigo, una se la tenían que dar al cura. Mi familia era gente simple pero se daba cuenta de que si se quedaban en España no tenían futuro. En cambio, sabían que si cruzaban el océano tenían un porvenir. El gobierno argentino les pagó el pasaje y aprovecharon. Primero vino Serapio y él mandó a llamar a mi padre".

Alcides cree que vinieron a esta zona porque aquí habría algún compadre, algún amigo de España.

En 1916 llegaron los hermanos menores con la abuela Epifania. En ese tiempo, los que habían encabezado la migración se habían dedicado al comercio y a trabajar la tierra como peones. "Mi padre había pasado temporadas trabajando en cosechas en la provincia de Buenos Aires. Hasta el año '20 trabajaron un poco acá y un poco allá, entre la tierra y el comercio, vendiendo mercaderías del Valle Medio a Valcheta. El tío Domingo había dejado a su novia en España y en 1922 volvió a buscarla. Viajó con su madre, que no podía dejarlo ir solo en esas circunstancias. Domingo se casó con Leonor Fernández en España, a fines de octubre de 1923, exactamente el mismo día en que mi padre se casó aquí con María Angélica Matteuzzi, mi madre".

La familia materna de Alcides tenía un campo frente a Belisle. Su madre había nacido en 1900 en Uruguay. "En realidad fue así resalta. Mi abuela materna era uruguaya, hija de italianos. Ella era maestra y se le había ocurrido que mi madre sería varón y, para que no tuviese que hacer el servicio militar, decidió que naciera en Montevideo. Mi abuela, de apellido Mazzoni, tiene una historia muy linda. Era maestra y vivía en un campo del otro lado del río Negro y en frente tenía la toldería Namuncurá. Ella era quien le leía las cartas que mandaba Ceferino desde Italia a don Manuel Namuncurá, su padre. Creo que esas cartas que le leía mi abuela al cacique las llevaron luego a Fortín Mercedes... Mi abuela había quedado viuda en 1908. Su esposo era un agrimensor que vino a Viedma y terminó comprando un campo grande en Valle Medio, un campo en el que tenía muchas ovejas".

En 1925 regresó la abuela Epifania de España y en 1925 volvió su hijo Domingo con su señora y un hijo, que aún vive. El padre de Alcides y Serapio le había pedido a este hermano que vendiera las tierras que conservaban en España para poder comprar algo en Argentina. "Guardo la carta en la que que se lo piden. Es fabulosa. En el papel está impreso el nombre de la sociedad 'La Central', de Daniel y Germán Llorente. Dice 'Isla Grande de Choele Choel. Confitería, cancha de paleta y despacho de bebidas'. Antes de que ellos tuvieran la cancha, algunos venían a jugar al frontón de la fonda de Carrique, en Roca...".

Domingo vendió lo que tenían en España y compraron tierras en Beltrán. El y Daniel fueron agricultores hasta el día de su muerte.

"Mi padre en la década del '30 alquiló una panadería. Hacía pan y vendía por la zona. Uno de los clientes era el coronel Belisle, que contaban que disparaba a la indiada desde su mangrullo; a él le llevaban el pan en bote. En esa panadería trabajó Alfonso Lladós, que luego será intendente de Roca (1952- 1955).

Los Lladós eran de Choele. Mi padre había trabajado en el comercio del padre de Alfonso en 1915".

Los hermanos Llorente tenían muchos amigos en la colectividad española, en Valle Medio y en Río Colorado. Durante la Guerra Civil hicieron colectas para ayudar a los republicanos. Eran republicanos a muerte y, como casi todos ellos, ateos. "Recuerdo a un conocido de mi padre, Jaime Font Saravia, que después se convirtió en un locutor famoso. Cuando estaba en Valle Medio era el administrador del establecimiento 'La Esmeralda', una isla dentro de la isla donde implantaron en la década del '20 viñedos en parral veneciano, utilizando tecnología de avanzada para la época. La propiedad era del ingeniero Gutiérrez Acha".

Luis Beltrán siguió creciendo a medida que se resolvieron los problemas vinculados al riego. El pueblo tomaba forma. De este tiempo se guarda una anécdota pintoresca. Luis Beltrán no pudo tener sus cuatro diagonales porque hacerlo significaba derribar el bar más famoso, "La Central", de los hermanos Llorente, que todavía está en pie. Hoy la familia lo alquila, pero lo trabajaron durante décadas. Fue el centro de socialización del lugar. Allí funcionó hasta 1958 un cinematógrafo, un salón de baile cubierto para 400 personas y una cancha de básquet que en verano se convertía en pista de baile.

Los hermanos Llorente tuvieron 19 hijos en total. Serapio se casó con María Costanzo y tuvo a Noy, Nélida, Peti, Perla y Pepe. Daniel se casó con Angela García y tuvo a Benigno Daniel, Hilda, Delia, Amelia y Arsenio. Germán y María Angélica tuvieron a Epifania, Germán, Griselda, Uvidia, Azaña y Alcides. Domingo y Leonor Fernández tuvieron a César, Ismael y Zulema (en la foto están casi todos, sólo faltan dos hijos).

Alcides era el menor, nació en 1938. Recuerda su infancia como parte de una gran familia, de hecho casi todos sus tíos y primos vivieron en el Valle Medio. La familia de Serapio fue la única que se mudó a Bahía Blanca; aun así quedaron nietos en Beltrán. También se fueron dos nietos de Daniel: José Denino que vive en Roca, su hermano que reside en México y Alcides, quien vive en Roca con su esposa, Mabel Baqueiro.

Alcides cuenta que toda la familia trabajó en los emprendimientos; él, inclusive, hizo muchos años de mozo en el bar de su padre. El se considera un afortunado de la familia porque, como fue el menor de sus hermanos, cuando le tocó hacer la secundaria acababan de inaugurarla en Choele Choel. Luego obtuvo una beca para estudiar Agronomía en Bahía Blanca y tiempo después realizó un Doctorado en Fruticultura en Francia.

Serapio, Domingo y Daniel continuaron con el saber familiar que los vinculaba a la tierra. Se hicieron productores de manzanas, peras, pasto y algo de vid. No todos tomaron el camino de los ancestros, pero los que sí, lo hicieron con pasión. Arsenio y Roberto aún trabajan la chacra y Alcides se vinculó a la producción regional desde lo académico (ver recuadro). "Mi vocación nace en el lugar donde me crié, evidentemente lo traía en la sangre. Durante toda mi infancia pasé los veranos en la chacra de mi tío Daniel. Recuerdo cuando íbamos a ayudar a combatir la langosta. Venían mangas que llegaban y literalmente se iba el sol. Nosotros, los chicos, teníamos que hacer ruido para espantarlas. Debe hacer sido en el año '46... Nos llevaban con tachos para hacer ruido, ¡mirá qué método! (risas). Así fue hasta que apareció el DDT. En esa chacra tenían piletitas para hacer vino. Ese fue mi primer contacto con la vitivinicultura".

Los hijos de Daniel vendieron la chacra y un nieto de Germán, Roberto Llorente, tomó la posta. Es ingeniero civil, pero tiene aserradero y cultiva manzanas y peras para exportación.

Alcides se remonta a las primeras cosechas importantes de su familia; recuerda las dificultades de la comercialización de la producción regional durante los primeros tiempos. "Era tan precario en los comienzos que mi tío Daniel iba a Buenos Aires a vender fruta, la dejaba a consignación y a veces llegaba la liquidación negativa. También vendían ellos, sobre todo para el sur. Llevaban la fruta en camiones a San Antonio y Valcheta. El vino lo vendían por la zona". Germán y Daniel fueron además precursores de la creación de la Cooperativa Vitivinícola de Choele Choel Ltda., de Luis Beltrán. Daniel Llorente fue presidente hasta su muerte, en 1986.

La abuela Epifania murió en 1944, Serapio en 1972, Germán en 1975 y Domingo en 1991. Se fueron en paz, habían conquistado su tierra. La trabajaron, no los venció la nostalgia por su patria, a la que ya no volvieron más. No sintieron necesidad de hacerlo, aquí fueron felices y por lo tanto agradecidos. "Vinieron con poco y nada resume Alcides y pudieron tener lo suficiente como para formar familia, para educar a los hijos, trabajar la tierra. Compraban el rotograbado de 'La Nación', libros, muchos libros. Parece mentira, era gente simple pero eran muy lectores y se mantenían al corriente de las noticias. Eso era parte del credo republicano. De hecho cuando volvió mi abuela de España con estampitas y cruces, le hicieron tirar todo; la Iglesia los había explotado a ellos en España y la vinculaban el atraso. Por eso querían que sus hijos estudiaran y compraban libros. Yo fui muy afortunado, fui el único de mis hermanos que fui a la universidad y hasta me doctoré. Aun así y pese a todos los progresos, siempre nos recordaban de dónde habían venido. Eso fue parte de nuestra formación cultural. Eramos hijos de inmigrantes que habían apostado a una nueva vida y a los que les había ido bien. La herencia cultural no se corta, pero para mi familia el ser inmigrantes no fue traumático. Fue una experiencia positiva y, sobre todo, porque se mantuvieron siempre unidos".

 

 

SUSANA YAPPERT

sy@fruticulturasur.com

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006