Cuentan que los japoneses que conocen esta parte del mundo encuentran semejanzas entre la región de los lagos y algunas zonas de su país. Incluso llaman al volcán Osorno el hermano del Fuji-san, el monte sagrado del Japón.
Pero, pese a esta familiaridad que sin duda atrajo a colectividades como la suiza y la alemana para establecerse aquí, nunca hubo una gran cantidad de personas de origen japonés en la región de la cordillera norte de la Patagonia.
El primer japonés que llegó a Bariloche fue Saito Yota. Llegó en 1920, a los 22 años de edad. Era agricultor y florista y, por sus conocimientos, era consultado por toda la pequeña comunidad de entonces.
Cuenta Tabaré W. Parsons en su libro "Pioneros Olvidados.1889-1950" que durante los primeros años del siglo XX, la localidad se autoabastecía en lo que refiere a alimentos. Aquí se producían verduras, frutos, algunos cereales, lácteos, dulces y había ganado abundante que aportaba las proteínas a la población. En la región hubo dos molinos trigueros alimentados por la producción que llegaba desde la península San Pedro, la cual estaba considerada como una de las mejores del país.
Es posible que la producción de trigo se desalentara desde otros puntos del mapa argentino, tal como les sucedió a los productores galeses que habían obtenido un trigo formidable en el territorio de Chubut y pese a ello se vieron impedidos de seguir cultivándolo.
En la década del '30 y tras la llegada del ferrocarril a la región de los lagos, los molinos locales dejaron de funcionar.
Saito Yota decía entonces que esta zona de "la Patagonia en general es apta triguera". El había experimentado con algunas variedades y, después de varios ensayos, llegó a la conclusión de que la que mejor se adaptaba era una variedad híbrida lograda por él.
Saito fue chacarero de la estancia El Cóndor, donde fue muy reconocida su labor de agricultor y floricultor.
Este inmigrante vivió muchos años en Bariloche, se casó con Elia Gauna y tuvo 8 hijos: Susana, Isabel, José, Luis, Alberto, Carlos, Agustín y Julio.
Luego de él llegaron contados miembros de su colectividad a lo largo del siglo, pero nunca se conformó una agrupación lo suficientemente numerosa en una región en la que las colectividades de origen europeo siempre fueron mayoría.
De hecho, la gran fiesta de las colectividades que se realiza en Bariloche es exclusivamente para inmigrantes de origen europeo, por lo que allí tampoco tienen presencia.
Aun así, los nipones están presentes haciendo su aporte cultural. Actualmente, en Bariloche hay una docena de familias japonesas, las cuales durante los últimos meses han comenzado a reunirse con el fin de hacerse visibles en esta comunidad tan cosmopolita.
(SY)