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Sábado 14 de Julio de 2007
 
 
 
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  HISTORIAS DE VIDA
  Juan Costanzo, memoria viva de Luis Beltrán

Pronto a cumplir 91 años, forma parte de una de las familias fundadoras de la localidad. Relata cómo su padre fue protagonista de hechos que marcaron el progreso del lugar. A partir de gestiones familiares surgieron allí la balsa, el puente, la energía eléctrica y el riego.

 
 

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Juan Costanzo está a punto de cumplir 91 años. Ha sido un hombre alto y aún, a su edad, lo es. Dueño de una memoria increíble, revuelve en el arcón de los recuerdos y éstos salen desparramados... a veces desprolijos, pero precisos en fechas, nombres y lugares. Es integrante de una de las familias fundadoras de Luis Beltrán e hijo de uno de los hombres que más lucharon por el crecimiento de la pequeña localidad vallemediense.

Don Juan dice que su cumpleaños se acerca y que pocas veces ha tenido que recurrir a los médicos por cuestiones de salud, mientras se acomoda en la silla antes de comenzar con su relato.

"Mis padres llegaron al país en 1890 y pico. Ellos eran de Piscopia, Italia. Mi mamá tenía 7 años y mi papá, 15. Ese lugar está ubicado más bien en el centro de Italia, un pueblo de campaña" empieza.

"Mi papá se llamaba Nicolás Costanzo. Cuando llegó, con su familia fueron a Buenos Aires. Desde allí se trasladaron a Lobería, cerca de Mar del Plata; dos de ellos fueron a Pellegrini y otro, a Coronel Pringles. En ese tiempo el gobierno comenzó a hacer propaganda para formar una colonia en estos lugares... y así llegaron mis padres, en 1901. Ese año se casó con mi mamá, Margarita, y se vinieron evoca don Juan.

"Primero lo hicieron a la estación de trenes, que estaba en Darwin. Luego se construyó otra estación más cerca de Choele Choel" aclara.

"Y empezó a trabajar. Comenzó a formar chacras. A plantar alfalfa, frutales y viñas y a traer animales. No había nada acá. La primera quinta que se formó la hizo mi papá. Hizo una quinta y después cambió de lugar, porque primero sacaba el agua a balanceo, con baldes. Después puso un molino y después fue aumentando; así puso un motor de vapor que se alimentaba a leña" explica.

"Yo nací en Choele Choel, donde ahora está ubicado el Banco de la Nación Argentina en la intersección de las calles Nueve de Julio y San Martín; ahí había un ranchito. Y de casualidad, porque mi mamá tuvo 14 hijos. El primero demoró tres años, pero luego fueron todos muy seguidos. Uno de ellos murió de tos convulsa, luego una hermana falleció en un accidente. La mayor murió a los 97 años".

Don Juan relata historias que tienen que ver con el sacrificio de aquellos tiempos: "Una vez, una hermana mía se enfermó, entonces mi papá fue a buscar un médico a Choele Choel. Pero el médico no quería levantarse, porque llovía, así que fue a la comisaría, porque mi papá era muy enérgico. No tenía estudios pero era muy capaz, porque hizo mucho por la zona. Entonces, desde la comisaría fue con un agente y el médico se tuvo que levantar. Cargó la valijita en el sulky y se vinieron. Pero ¡se imagina!, desde Choele Choel hasta acá y además una legua hasta la chacra... y no había caminos, no había nada. Le costó un triunfo que el balsero los cruzara... pero mi papá tenía un 44 y empezó a los balazos al aire. ¡Bumm!, sonaba el 44... tanto, que el balsero se animó a pasarlo" relata.

La familia Costanzo ya estaba en esa colonia agrícola que recién comenzaba a despuntar como el pueblo que luego se convertiría en Luis Beltrán, cuando en 1902 llegaron los galeses desde Gaiman. "Mi papá ya estaba, y fue muy amigo del ingeniero que diseñó los canales, Eduardo Owens".

Pero además, Nicolás Costanzo hizo punta en la agricultura: "Mi papá mandó a la Exposición Rural de Palermo las primeras peras y manzanas. Y en la década del '60 mandó castañas e higos secos, y todos tuvieron premios".

En este punto en particular nuestro entrevistado cuenta el esfuerzo que significó para los vecinos el poder contar con una balsa oficial para cruzar el río Negro. Esto demuestra cómo, a pesar de los años transcurridos, algunas conductas que vemos en la actualidad se remontan y hallan un reflejo en el pasado: el trabajo tenaz de los vecinos por conseguir algo para el beneficio común y los obstáculos puestos desde distintos ámbitos.

"Mi papá comenzó con las gestiones para poder conseguir una balsa pública, porque eran privadas. Fue una de las cosas que se propuso cuando empezó a funcionar la primera comisión de fomento nombrada por el gobernador, en la que estaban, por ejemplo, Costaguta y Villanova. Mi papá entró de tesorero, porque estaba acostumbrado a manejar el dinero por estar en la producción. Juntó dinero para hacer una balsa oficial y tuvo muchas amenazas, entonces puso un empleado a cuidar las maderas que había comprado para la balsa porque tenía miedo de que se las quemaran. Las balsas eran una mina de oro, por eso no querían una balsa oficial".

"Costó mucho continúa el relato. Tanto que hasta el día en que fueron a inaugurarla, desde Buenos Aires llegó la orden de que tenía que seguir funcionando la particular. ¡Imagínese la bronca de todos! Los vecinos lloraban; habían hecho asado para la inauguración. Pero después sí se pudo hacer, aunque costó mucho".

Y relata: "Calcule el sacrificio de todos, porque todos ponían de a 50 centavos o un peso. Después se comenzó a trabajar para conseguir el puente, que se inauguró en el año '50".

Don Juan menciona otra de las grandes obras que le fueron dando forma a lo que luego se transformó en uno de los valles irrigados más importantes de la provincia. "Después, a principios de siglo, se inauguraron los canales. Ahí comenzó a llegar la gente y se comenzó a parcelar, pero la condición era que aquellos a quienes se les daba la tierra tenían que hacer la casa y comenzar a cultivar". Y agrega: "Mi papá accedió a una chacra y después fue comprando más tierras".

"Yo crecí en las chacras. Cuando era chico trabajaba principalmente con los animales rememora. Se llegó a tener una señalada de 1.100 corderos", recuerda y cuenta que cuando se hacía la señalada se invitaba a los vecinos.

 

LA PRIMERA ESCUELA

 

Relata don Juan que en aquellos tiempos "no había escuela. La primera se inauguró en el año 1904. Mi primer maestro fue José Espeche, cuya familia aún está en la zona; esa familia llegó desde San Luis. A los curas los ayudó mucho para hacer la iglesia. Hay una placa donde están las personas que ayudaron, y allí figuran sólo dos personas de Luis Beltrán, Costaguta y mi papá. Había mucha gente que daba para la iglesia. Había una señorita llamada Mercedes, de Tornquist. Le había dicho al sacerdote 'Vengan mañana, que tengo 40.000 pesos para techarla'. Y no alcanzó, porque ella falleció, pero hubo mucha gente que donó para la iglesia" continúa.

"Yo me quedé soltero, pero tengo muchos hermanos y sobrinos... se hizo una familia muy grande".

Menciona que "había que canalizar el río. Y por eso armamos una comisión de riego; había muchos problemas porque llegaba el verano y bajaba mucho. Y así fue que conseguimos el dinero

para canalizarlo cuenta entusiasmado. Cuando Perón entró, yo iba derecho con los ministros para conseguir el dinero. Al principio fui a ver a los civiles, y se alcanzó a hacer el canal grande de aquel lado" explica sobre el acueducto que está al sur de la localidad. También que las primeras obras fracasaron, dado que primero había que hacer la boca toma.

Don Juan tiene una memoria que asombra. Relata con detalles y nombres cada uno de esos hechos como si hubiesen ocurrido hace pocos días. "Siempre viví acá; en Choele Choel sólo nací", dice mientras frota sus enormes manos sarmentosas.

"Estuve de vicepresidente de la comisión de fomento y cuando iba a Viedma conseguía lo que quería. Yo iba a ver al gobernador y me daban se enorgullece.

Y sostiene, como si fuese una máxima a seguir: "Cuando asumí les dije que acá nadie iba a cobrar sueldo, porque no iba a haber ni un peso para arreglar ni un bache de la calle".

Don Juan relata sin pausa. Uno, como espectador, podría quedarse horas escuchando sus historias, como cuando recuerda que siendo chico salvó a una de sus hermanas de morir ahogada en una laguna. Juan Costanzo es la memoria viva de Luis Beltrán pero, además, ha sido parte importante de la historia de una ciudad que hoy navega en busca de nuevos horizontes.

 

SERGIO ESCALANTE

sergescalante@hotmail.com

   
   
 
 
 
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