En 1998 el sistema frutícola argentino (de manzanas) se ubicaba en el puesto número siete del ranking mundial de competitividad. En el 2006 la manzana del Valle terminó la temporada cediendo diez puestos respecto de nueve años atrás, para caer en el lugar 17 del mundo. ¿A qué se debió esta importante caída en un tema tan delicado como es la competitividad?
Sin lugar a dudas que el problema de la fruticultura no es unicausal.
Al analizar la eficiencia productiva, está muy claro por qué la región hoy se ubica en el puesto 23 del ranking mundial. Según técnicos de la actividad, la región no termina de lograr una eficiencia real en el segmento primario del sistema.
Esta es la visión que desde el exterior tienen los especialistas internacionales sobre la manzana que se produce tranqueras adentro en el Valle. El tema de las variedades ofertadas es tal vez el punto que se computa como "más negativo" dentro de este segmento.
Respecto a la infraestructura, que es el otro punto que se analiza para evaluar la competitividad del sistema, las estadísticas oficiales muestran que fueron pocas las inversiones realizadas por el sector en todo lo que es el segmento servicios y, especialmente, desde el Estado en todo lo referente a infraestructura vial.
Por último está el tema del financiamiento y los mercados hacia donde se dirige nuestra oferta exportable, como otro de los ejes que define la competitividad del sistema. En este punto hoy el Valle se encuentra en el puesto 22 del ranking mundial.
Respecto del financiamiento, hoy la mayor parte el sistema se encuentra prefinanciado por las exportaciones. Es decir que el crédito viene del exterior, ya que en el país el sistema financiero no tiene en cuenta los préstamos al sector, salvo en algunos casos puntuales.
Al evaluar la competitividad sobre los mercados hacia donde se destina nuestra oferta, los analistas del exterior insisten en que la misma está muy concentrada, sobre todo, en mercados de riesgo, como es el caso de Rusia.