El paisaje original sufrió algunas pocas alteraciones por parte de lo que se cree fueron los primeros habitantes indígenas, presuntamente provenientes de la cordillera. Un rico pedrero le permitió a Irma armar una colección propia de flechas y morteros. Incluso facilitó la tarea de antropólogos bonaerenses en la investigación de la trayectoria de pueblos originarios.
Los cañones de la Conquista del Desierto no retumbaron en esa zona por 1879, sin embargo hay firmes vestigios del paso de escuadra que provenía del Fortín China Muerta (Guardia Mitre a partir de 1862). Es que las tropas se abastecían de agua en lo que derivó en una laguna hoy disecada, pero que hacía surgir el vital elemento desde las entrañas de un medanal de 800 hectáreas.
Producto de su paso es una vieja noria que, con el correr de los años, sufrió hechos vandálicos. Hasta hace poco, la bomba manual tenía la patente de instalación en 1879, por parte de los hermanos Rosas.
A la pléyade de visitantes, abastecidos de abundante comida por la existencia de guanacos y 3.000 vacunos a campo abierto, se sumaron algunos otros recuerdos. Los Veiguela-Stábile conservan tambores de combustibles de industria argentina, sellados con la esvástica nazi, como también un tanque construido por capitales de ese origen y cuyo administrador de apellido Hirsch aún conserva descendientes en campos bonaerenses. Los restos de naufragios marinos completan el museo personal de la familia, con una sólida reposera de madera y bronce encontrada en la playa.
El origen del nombre se mantiene virgen. A Irma le contaron que a principios del siglo XX sobrevivía una madreselva. Cuando desembarcó por primera vez encontró un jazmín que, con el agua salobre, se fue marchitando de a poco. (EC)