La historia regional, por fortuna, se ha expandido a lo largo de los últimos años. Y lo ha hecho de puño y letra de profesionales, historiadores, investigadores, pero también de protagonistas de esos relatos que los libros cobijan.
Una importante cantidad de publicaciones ha llegado a escuelas, instituciones y librerías para llenar un vacío historiográfico en lo que refiere a la historia y vida cotidiana de los pueblos patagónicos.
Este es el caso de "San Antonio Oeste y el mar... Origen y Destino", de Héctor Juan Izco. "Rescatando hechos con algo de historia y mucho de recuerdos" advierte, en la tapa de un texto útil para cualquier curioso que quiera conocer la historia de una de las localidades que primero apareció en los mapas de esta parte del mundo.
Izco nació en San Antonio en 1917, apenas 12 años después de la fundación formal de esta localidad. De modo que es parte de una generación privilegiada en términos históricos, la de los que han visto la evolución de sus pueblos de un modo muy peculiar: desde su nacimiento hasta el presente.
Ya nos referimos a este texto en esta columna y a cuento del aniversario número 100 de San Antonio. Este libro es uno de los tantos, aunque no tantos, de la historia de la ciudad y el puerto de San Antonio, uno de los núcleos poblacionales más antiguos del Territorio.
El libro comienza con el descubrimiento del golfo, atraviesa sus emplazamientos como pueblo, el puerto y las vías, que le dieron un objetivo y su impulso; continúa con la dificultad que durante décadas presentó la falta de agua dulce a sus pobladores y el ingenio para sortearla. Allí están las familias fundadoras, los inmigrantes, los marinos y personajes que transitaron su vida cotidiana. Anécdotas y sueños de pobladores y visitantes, el origen del balneario Las Grutas, el recurso pesquero y turístico y riquísimos datos a los que el autor suma un nutritivo anexo documental.
Héctor Izco pertenece a una familia pionera y se proclama amante de este lugar extraño. Un amor que transmitió a sus hijos y a sus nietos, que continúan una conmovedora relación con el pueblo de sus ancestros.
Hace unos años Rocío Landivar, una de las nietas de Héctor, retomó el hilo del relato de su abuelo. Diseñadora e ingeniosa, hizo, para el centenario de San Antonio, una historia de la ciudad contada para chicos. Una apuesta interesante que se completó con otras publicaciones como una guía turística de Las Grutas y otra de la costa patagónica, entre otros emprendimientos.
Uno de los hermanos de Héctor, "Bocho", también ha guardado parte de la historia de este lugar, aunque no de modo escrito sino desde el recurso de la plástica. Sus cuadros pintan San Antonio, sus barcos, sus calles y el campo que lo circunda. El también ha mantenido una relación intensa y amorosa con este sitio que también transmitió a sus descendientes, fundamentalmente a su hijo Alejandro, arquitecto radicado en San Antonio, y a Perla, su hija menor, quien como su abuelo y su padre también aprendió a expresarse con pinceles y pasteles, aunque con una mirada nueva y más vanguardista.
Artistas todos, artesanos de su presente, cuentan, revelan y expresan a los otros todo lo que un sitio puede dar.
(SY)