En estos tres últimos años el gobierno presionó al productor con medidas totalmente irracionales especulando que, por su idiosincrasia, el hombre de campo nunca iba dejar la ganadería como alternativa de producción.
La firmeza en los precios de los commodities en los últimos años y las proyecciones que muestran cotizaciones estables para los granos en el próximo quinquenio, fueron datos determinantes para que el productor comience a liquidar sus stocks ganaderos y dejar así el campo libre para la siembra de granos. A nadie le gusta perder plata y menos aún cuando el costo de esa pérdida debe ser asumido de lleno siempre por el mismo sector.
En los últimos diez años, la ganadería cedió cerca de cinco millones de hectáreas en manos de la agricultura. Una cuestión de precios relativos fue el disparador de este cambio de matriz productiva. Pero en este mismo período los stocks de hacienda se mantuvieron estables. Esto permitió al gobierno asegurar el abastecimiento de carne con producción local.
Hoy los indicadores de la actividad muestran un punto de inflexión. La masiva liquidación de vientres que se está observando en los campos es el resultado de las progresivas medidas intervencionistas que puso el gobierno en el mercado.
En poco tiempo más, el país comenzará a importar carne. El gobierno está todavía a tiempo de modificar este crítico escenario.
J.L.