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Sábado 27 de Enero de 2007
 
 
 
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  Impuestos distorsivos
Las retenciones complican el escenario frutícola.
 
 

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Los costos de producir fruta de buena calidad están muy distorsionados por los impuestos que desde hace seis años se deben pagar al exportar, entre otros.

Los salarios rurales, las cargas sociales y los insumos y agroquímicos necesarios para las tareas de podar, fertilizar, curar, ralear, defender contra heladas, asegurar contra granizo, cosechar, etc., llevan el costo por kilo a un promedio de u$s 0,17 o más, dependiendo de mermas y descartes.

El transporte al empaque, los salarios y las cargas sociales, los insumos, los materiales de empaque, la energía eléctrica, el acondicionamiento y la conservación en frigorífico, la administración, los seguros y los gastos bancarios y de comercialización cuestan aproximadamente, dependiendo de cada estructura, un promedio u$s 0,366 por kilo.

Es decir que una caja de 18 kilos cuesta aproximadamente:

Suponiendo que las ventas para exportación arrojasen en promedio un valor FOB con reintegros y comisiones, por ejemplo,

de u$s 10 por caja (valor estimado como bueno), según las pautas de los mercados y ponderando promedios de peras y manzanas, escasamente se cubrirían los costos.

Pero la gran paradoja es que estas operaciones tributan un impuesto a la exportación del 10% sobre el valor FOB, en este caso, u$s 1 por caja, o sea, u$s 0,056 por kilo de fruta.

El resultado de la operación sería:

En la práctica, a la fruta le llegarán u$s 0,134 (0,17- 0,036) por kilo, lo que no cubre su costo y acarrea un deterioro en las etapas del proceso productivo por falta de rentabilidad y capital de trabajo y debido al endeudamiento, tal como ha ocurrido en los últimos años.

Algunas conclusiones.

" El impuesto a las exportaciones, que de por sí es distorsivo, es aceptable o tolerable en circunstancias de emergencia como las que se vivieron en nuestro país pero, al permanecer en el tiempo, se convierte en expropiatorio del patrimonio, pues se paga con capital.

" La diferenciación hecha respecto de los cítricos, cuyas retenciones inmediatamente fueron reducidas desde el 10 al 5% mientras que las frutas de pepita se mantuvieron en el 10%, es discriminatoria y no tiene ninguna

justificación más que caprichosa. En reclamo de esta reducción, el Senado de la Nación presentó al Ejecutivo hace cuatro años un trabajo muy documentado con estudios económicos y avalado por legisladores, economistas, gobernadores, ex gobernadores y ministros provinciales, pero el entonces ministro Lavagna lo rechazó según versiones de mala manera.

" La base de cálculo sobre valor FOB bruto está mal concebida y debería estudiarse alguna modificación muy urgente.

" Las pérdidas acumuladas por este concepto ocasionan al sector un daño muy difícil de reparar y no se las aprecia en su real dimensión porque, finalmente, lo sufre la producción, a la cual le llega "lo que queda para la fruta". La consecuencia más visible son los enojos cruzados entre los participantes: productores, empacadores, exportadores, trabajadores... todos tirando de la cuerda cuando es muy visible que el principal causante, por acción o por omisión, es el gobierno nacional, que se queda con el valor del trabajo de todos y no se hace responsable. Las consecuencias son muy negativas y deterioran la economía del Valle en toda su diversidad.

" La solución al grave problema sería corregir urgentemente la situación, reintegrando a la producción durante los próximos cinco años los montos recaudados en concepto de derechos de exportación.

Se podría confeccionar un coeficiente u$s/kg y en base a los kilogramos de producción documentada de las chacras proceder a su pago sin distinción de cantidad de hectáreas. Un mecanismo del estilo se emplea en Neuquén (no en Río Negro) mediante el otorgamiento de premios por eficiencia en combatir la carpocapsa. Se aseguraría así que el

dinero fuera directamente a las fuentes de producción y no quedara en el camino, transformándose en un incentivo de gran repercusión. Es decir que se direccionaría un impuesto para ser reinvertido en la misma producción que lo genera.

Matemáticamente sería igual a no cobrarlo, pero en la práctica se estará reinvirtiendo en la generación de más trabajo y mejor producción.

Desde Argentina se exportan anualmente cerca de 500 millones de kilos (500.000 toneladas) de peras y manzanas, con importantes ingresos de divisas que se reinvierten en la producción. La temporada 2007 se inició y sería muy importante que se tomaran medidas de inmediato, para no continuar agravando la situación.

 

NORBERTO E. GARCIA (*)

(*) Presidente de Frutas Gato Negro SA

Nota: la presente es una carta enviada esta semana a la Ministra de Economía de la Nación Felisa Miceli

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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