La fuerte presión generada por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, muestra la incapacidad del Estado para resolver los problemas de fondo en la comercialización de productos agropecuarios en las góndolas.
Como era previsible, la imposición de precios máximos para determinados productos derivó en el desabastecimiento. A fines de la semana pasada, los supermercados se quedaron sin carne. Bajo amenazas, los frigoríficos entregaron 2.000 toneladas de distintos cortes a los precios acordados. Pero, ¿qué pasará la semana que viene y la otra? ¿Y qué con el desabastecimiento en otros rubros? Seguir con esta política llevará a una escasez natural de ciertos productos que, por su estructura de costos, no pueden avalar los 'precios oficiales'.