El control estatal sobre los precios de la hacienda en pie en el Mercado de Liniers está poniendo a las grandes cadenas de supermercados al borde del desabastecimiento de carne, porque el gobierno no les permite pagar más de lo establecido en la lista de precios máximos que rige las operaciones en este mercado y los productores no están dispuestos a manejarse con esos valores, los que consideran muy bajos para el nivel de sus animales.
Las cadenas supermercadistas ya tenían armada gran parte de su abastecimiento y logística con el Mercado de Liniers. La falta de hacienda en el mismo (ver más información en página 8) produjo desfases importantes en la adquisición de mercadería.
El listado de precios máximos impuesto por el gobierno, que no lleva membrete oficial ni tiene respaldo normativo, fue introducido en la principal plaza ganadera del país por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y su cumplimiento es vigilado de cerca por funcionarios de ese organismo, encargado específicamente de monitorear el índice inflacionario.
"Las cadenas están teniendo estos inconvenientes desde hace por lo menos un mes. Los supermercados están muy controlados y, a diferencia de los frigoríficos, sí respetan los precios impuestos por el gobierno", afirmó una fuente supermercadista que, como otros actores de la cadena de la carne, prefiere mantener en reserva su identidad para evitar castigos.
Con la intervención del Estado en Liniers, los productores cambiaron de estrategia y ahora comercializan su hacienda por otras vías, vías éstas a las que el supermercado le cuesta mucho más caro llegar. Entre tanto, los precios de la carne por fuera de los circuitos supermercadistas controlados por Moreno continúan su escala ascendente ante la falta de oferta de hacienda.
La versión fue confirmada por los consignatarios y los frigoríficos. "Los grandes supermercados pueden ser más controlados que las carnicerías chicas y no pueden trasladar el mayor valor que el productor exige por la hacienda", informó el consignatario Luis Rodríguez Abínzano. El gobierno sigue haciendo presión. Los logros, lejos de lo deseado, están a la vista.