Las termas regionales son noticia desde principios de siglo pasado en la prensa regional. En la década del '10, este semanario ya había registrado el arribo de varios contingentes de científicos extranjeros, quienes llegaban a la región con el fin de estudiar las agua termales patagónicas, para algunos, milagrosas. En esta columna se hizo referencia a una expedición de científicos de los Estados Unidos que anduvo por estos lugares y constató el potencial curativo y turístico de las Termas de Copahue.

En 1924, la Guía Comercial Edelman, las sitúa: "La hoyada de los baños se encuentra ubicada en el departamento Ñorquín, a dos leguas del nordeste del volcán de Copahue y a quinientos del hito fronterizo, siendo su altitud sobre el nivel del mar de 1.900 metros. De los baños a Loncopué hay unos 70 kilómetros de distancia y a Ñorquín 50. Hállense ellos inmediatos al camino internacional, de herradura, denominado de Trolape...".

En aquel tiempo sólo era posible acercarse al lugar en tren, hasta Zapala y el resto del camino a caballo o mulas. Los viajeros, fueran éstos turistas o enfermos, debían atravesar la estancia del señor José María Rabat por un recorrido accidentado. Con el tiempo, y por demanda de enfermos que visitaban las termas en conocimiento de sus virtudes curativas, se había construido un catango tirado por bueyes para transportarlos de modo más cómodo.

Cuentan algunos valletanos tan aventureros como curiosos que por aquellos años gran cantidad de vecinos se atrevía a ir a las termas del Neuquén (en la foto, la familia de Pedro Jurcich). Allí relatan no había ningún tipo de comodidades, pero la fama del lugar despertaba la sed de aventura de los primeros turistas que, munidos de carpas y cargando con la mercadería necesaria para abastecerse durante la estancia, procuraban los beneficios curativos del lugar.

Pero las Termas de Copahue no eran las únicas que atraían gente.

Esa misma guía comercial hace referencia a otro lugar donde existían "aguas minerales y termales": Aguada Guzmán, situado este paraje en el Territorio del Río Negro.

Dos vecinos que se habían radicado en la región del Valle habían intentado explotar aquellas aguas peculiares: el Dr. Julio Pelagatti y don José Rodríguez. Ambos proyectaron un balneario para curas y una pequeña explotación de aguas gaseosas naturales.

Aguada Guzmán era una parada obligada en el trayecto que unía Neuquén-Bariloche antes de la década del '50. Desde la capital territorial se llegaba a la balsa de Senillosa que cruzaba el río Limay y desde allí, hasta la próxima parada (Cerro de la Policía), se debían atravesar 100 kilómetros, donde se podía pernoctar en la casa de comercio propiedad de Juan Helo. A 20 km de este punto, el viajero se encontraba con Aguada Guzmán y sus aguas milagrosas.

"La Dirección General de Minas explica Edelman en su publicación mandó en diciembre de 1913 al director del Laboratorio Nacional, profesor Mauricio de Thierry, con el fin de estudiar las aguas de referencia. En su informe, el Dr. De Thierry llegaba a la conclusión de que 'dichas termas eran de aguas radioactivas, que son las más buscadas, por contener las emanaciones del precioso mineral descubierto en París por los esposos Curie, y estaban dotadas de propiedades terapéuticas de las más interesantes'".

Claro que en este tiempo, el común de la gente trataba de interpretar el descubrimiento de estos franceses, al igual que tiempo después, lo haría con la bomba atómica. Por lejos, los descubrimientos que más especulaciones llevaron a las páginas de la prensa. SY