Las organizaciones del campo salen a manifestar su rechazo a la política intervencionista del gobierno que genera una transferencia de recursos desde la actividad privada hacia las arcas públicas superior a los 10.000 millones de dólares por año. El campo se encuentra hoy bajo una presión impositiva creciente, desmesurada y basada en impuestos mayormente regresivos que afectan toda la cadena del sector. En el otro extremo están los costos, que día a día avanzan pese a que el gobierno insiste torpemente en mostrar otra realidad. A esto se le suman, desde hace un tiempo, los controles de precios que sólo potencian la transferencia de fondos, complicando aún más el escenario del productor. Cómo es posible que el gobierno tome, de la actividad agropecuaria, anualmente 10.000 millones de dólares con todo este esquema mencionado, no devuelva nada al campo y piense que éste no va a reaccionar frente a tal dis criminación. Con un agravante: que gran parte de esta transferencia de fondos, el Ejecutivo la termina utilizando descaradamente en política. Los objetivos del campo y la política no son los mismos. El gobierno sigue apostando al corto plazo sin tener en cuenta el daño estructural que está generando en determinadas actividades centrales del sector agropecuario. Insiste con un control de precios que, a todas luces, ya mostró su fracasó. La inflación reprimida que ha generado esta política activa del gobierno en el mercado, repercutirá de lleno en los próximos meses sobre los indicadores que hoy maneja el gobierno. Pero nos encontramos en un año electoral donde los costos por mantener la inflación en un dígito no son computados por el Ejecutivo. Y menos aún si esos costos no los tiene que soportar el fisco nacional. El daño que está generando todo este tipo de medidas en el campo recién se verá en los próximos años. Y costará mucho tiempo recomponer el precario equilibrio que hoy tiene el sector. El paro es un llamado de atención para mostrar el deterioro que está sufriendo el agro. El gobierno lava su conciencia sobre la desmesurada presión tributaria que ejerce al sector, señalando que es la única manera de poder mantener un dólar en tres pesos. Un argumento totalmente falaz porque, cuando se hace la estructura de costo/beneficio para el campo tomando toda la carga impositiva en el 'debe' y las bondades de una paridad competitiva en el 'haber', ahí se desnuda que sólo el sector exportador y el complejo sojero reporta ganancias con este esquema. Todo el resto de la cadena productiva muestra balances negativos en esta ecuación. El campo ya no tiene mucho margen de acción. Seguir con este tipo de políticas intervencionistas sólo profundizará la descapitalización de una actividad que hoy es fundamental para sostener el plan económico que lleva adelante el gobierno. Una contradicción que se suma a las miles que ya presenta la administración de Néstor Kirchner. (J.L.) |