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Sábado 25 de Noviembre de 2006
 
 
 
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  HISTORIA DE VIDA
  \"Tenía el don de curar animales con palabras\"

Silvano Larroquet y su esposa María Rosa Aurelio llegaron al Valle en 1925.

Vivieron unos años en la Línea Sur, donde Silvano trabajó de alambrador.

Tuvieron siete hijos a quienes el destino convirtió en chacareros.

 
 

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María Rosa Aurelio llegó a la Argentina en 1921. Tenía 16 años. Era española y nunca más volvió a su país. Vino a Bahía Blanca con una tía.

Aquí tenían un familiar. Comenzó a trabajar en una casa de familia como empleada y luego en un hotel. Fue en ese hotel que conoció a Silvano Larroquet, nieto de Carlos y Marta, vascos franceses, quienes habían llegado a la Argentina a mediados del siglo XIX y se establecieron en provincia de Buenos Aires. Ellos tuvieron 13 hijos, uno de los cuales fue Pedro, padre de Silvano.

Durante su juventud, Silvano se dedicó a cazar nutrias en la zona de Pedro Luro y viajaba con frecuencia a Bahía Blanca porque allí había curtiembres para sus pieles.

María Rosa y Silvano se casaron en Bahía Blanca en 1925, pero el destino los hizo chacareros. Luego de desposarse se mudaron a Neuquén. Aquí nació la primera hija del matrimonio, Nélida. Poco tiempo después, Silvano y su hermano Pedro fueron contratados para alambrar el campo Quintu Panal de la familia López Lavayén, situado cerca de Comallo en la Línea Sur rionegrina. En esa región también alambraron las propiedades de los Isla y los Roma.

María Rosa y la esposa de Pedro, Victoria, vivían cerca de la estancia Quintu Panal. Los hermanos Larroquet salían en una camionetita Ford T a trabajar al campo y ellas quedaban solas largas temporadas. María Rosa ya esperaba su segundo hijo, Gerardo, quien nació con una "entendida", como le decían a las comadronas por esa región.

Luego de algunos años, los Larroquet volvieron al Alto Valle. Silvano, su mujer y sus hijos, salieron de Comallo en un Chevrolet 4 que López Lavayén les facilitó para viajar. Tardaron 7 días en llegar a Roca. En 1930 nació Blanca y, en esta zona, nacieron el resto de los hijos: Ester, Jorge, Tita y Armanda.

Antonio López estaba casado con Feliciana Lavayén. Ellos y sus hijos fueron los que tentaron a los Larroquet para que vinieran al Valle. Los conocían del campo y querían que trabajaran en las chacras que tenían aquí. "Mi padre trabajó de chacarero durante 10 años en la chacra que se llamaba igual que el campo, Quintu Panal (hoy barrio). Y mi tío fue a otra chacra que tenían ellos frente al INTA en Guerrico y donde trabajó toda su vida. Félix López Lavayén era padrino de Gerardo y Adalberto, de Ester", comenta Armanda, la menor de la familia.

Durante estos años, los hijos de María Rosa y Silvano pudieron ir a la escuela (Nº32) y, luego de una década en Roca, se mudaron a Huergo, donde trabajaron de medieros en la chacra de José Mondragón. "Estuvimos cinco años relata Blanca. Desde 1940 a 1945. Todos trabajábamos. Allí había alfalfa y vacas lecheras. Desde pequeños nos enseñaron a ordeñar. Mi hermano salía a vender la leche en una jardinera". "Empezábamos a ordeñar a la una de la mañana recuerda Gerardo, sacábamos 400 litros de leche por día y repartíamos unos 70. Lo que sobraba se enterraba. Conocí mucha gente por el reparto de leche. Una vez, en el año '60 hubo una huelga grande porque había bajado mucho el precio del tomate. Un amigo y yo salimos a decir a los chacareros que no entregaran a las tomateras. Cuando llegué a la puerta de Canale para llamar a la huelga, pidieron a la Policía que me detuvieran, pero cuando llegó el oficial y me preguntó mi nombre me dijo que no me podía detener porque él era oficial gracias a mí. Resulta que yo le había regalado leche a su madre para alimentarlos a él y a sus hermanos. Desde los 13 a los 17 años repartí leche por el Valle... y mirá las vueltas de la vida... esa vez la leche mesalvó a mí ...", relata con emoción.

"¡Cómo se trabajaba cuando éramos chicos...! sigue el relato su hermana Ester. La temporada del pasto comenzaba con el primer corte, en noviembre, y seguía hasta marzo. Se vendía el pasto en fardos. Luego venían las trilladoras para sacar la semilla de alfalfa. Esto duraba hasta julio. Durante la temporada, llegaba personal para trabajar en la chacra y las mujeres les cocinábamos a todos. El desayuno y el almuerzo". "La verdad es que mamá era una esclava agrega Blanca nos atendía a nosotros y atendía al personal".

Luego de la temporada de verano, llegaban las máquinas trilladoras para sacar las semillas de alfalfa. "Pocas personas tenían esas máquinas así que uno las contrataba. Recuerdo a algunos que tenían trilladoras, don Manuel Allende, Ferraris... Había más y salían por todo el valle. A la chacra venían varios. Traían su personal. Trabajaban desde las 4 de la madrugada a las 12 de la noche. Venían con casillas donde dormían los peones y hasta andaban con el cocinero. La verdad es que trabajaban como burros. Esto hasta que llegó Perón, que impuso las 8 horas y frenó los abusos. ¡Y todavía había gente que le tenía bronca a Perón...! Y la verdad es que si no fuese por él se hubiese seguido con la explotación y acá no habría ninguna escuela...", agrega Blanca.

Luego de cinco años, la familia se mudó a la chacra de Hermenegildo González, 'Pepe'. Siguieron de medieros. Cuando llegaron era todo monte; 50 hectáreas. Ya había 25 emparejadas. De éstas, reservaron 4 para hacer horticultura. "Acá también trabajamos todos. Sembrábamos porotos, arvejas, tomates. Venía Roberto Brand con su trilladora de arvejas y porotos y vivíamos de esto. Así estuvimos 4 años. Había también italianos que trabajaban la huerta como nosotros, igual que los bolivianos ahora. Trabajaba toda la familia y casi todo el ciclo, desde la siembra a la venta", relata Ester.

Luego de 4 años allí y un año trabajando en la chacra de José Manzzini, se mudaron a Colonia Rusa. "Había una chacra de 50 hectáreas pero con deuda que el Estado decidió dividir en 5 y darla a cinco familias para que trabajen 10 hectáreas cada uno. Mi papá pidió que se la adjudiquen. El resto, las cedieron a los Valdez, los Campos, los Maidana y los Lavacara. Nos la entregaron luego de pagar 2.400 pesos. Tuvimos que vender madera para juntar ese dinero. Fueron años duros. El primer año hicimos todo papa, llovió tres días seguidos y se malogró la cosecha. Arrancamos de nuevo, sembramos tomates, cayó piedra y perdimos todo. Fue la 'mishiadura' total relata Gerardo. Fue entonces que comencé a comprar verduras y fruta y las vendía en Neuquén... Hicimos cualquier cosa para salir adelante...".

La chacra de Colonia Rusa estaba en blanco. Construyeron una casa de adobe que empezaron a fabricar en el mes de mayo. "Todo hecho por nosotros, lo cocimos y lo cortamos nosotros; luego hicimos las acequias, y plantamos la alameda. Empezamos de cero. En setiembre nos mudamos".

EL DON DE CURAR

 

Silvano y María eran conocidos y queridos. El jefe de la familia, además de muy sociable tenía un don: curaba animales a distancia. Como en los relatos de Gabriel García Márquez, Silvano  con cuatro palabras hacía que los gusanos salieran de las heridas. Con sólo conocer el color del pelo del animal y el lugar de la lastimadura, los sanaba. También quitaba parásitos y verrugas a las personas. El saber le fue transmitido por su padre y a éste por el suyo. "Nunca cobró un centavo por hacerlo. Se conoce que papá anotó esas cuatro palabras en un papel antes de morir, para transmitir el don, pero nunca lo encontramos...", cuenta Armanda. "Era muy conocido por ese talento especial. Decía esas palabras y los gusanos salían del animal. Venían a verlo de todas partes...".

Los hijos de Silvano y María fueron haciendo sus propios emprendimientos. "La primera en casarme fui yo cuenta Blanca, me casé con Cholo Martínez y nos mudamos a una chacra en Cervantes que todavía tengo. En la chacra teníamos viña, manzana, tomate, de todo. En ese tiempo se dejó el pasto y se empezó con las plantaciones. Desde que me casé, hace 61 años, vivo en Cervantes".

Ester se casó en 1959 con Juan Isidro Montes. "Yo, en cambio, no quise saber nada de seguir en la chacra; tuve comercio, me encanta. Pero casi todos mis hermanos se dedicaron a la fruticultura: Gerardo se casó con Isabel Martínez (cuñada de Blanca) y toda la vida tuvieron su chacra. Tita, se casó con Fermín Iranzo y se fueron a Catriel; Jorge tuvo chacra hasta hace unos años y se casó con Eulalia Bellio. Armanda, lo hizo con Angel Giménez y se mudaron a una chacra en Mainqué. Allí estuvieron unos 20 años, pero como la chacra estaba al pie de la sierra se inundaba con frecuencia y la vendieron. Angel siguió como encargado de una chacra en Guerrico y luego optaron por la actividad comercial".

Los varones de la familia Larroquet siempre fueron chacareros. "de ley", añade Gerardo, quien aun hoy a sus 78 años atiende su propiedad con ayuda de su hijo. "Cuando me casé tuve que hacer un montón de cosas para independizarme. ¡Cómo trabajamos con mi mujer! Compraba y vendía verduras, tuve un negocio, alquilaba tierra para trabajarla hasta que pude comprar (año '65)".

"Durante décadas hice papa y tomate. Siempre digo que nací con un tomate en una mano y con una papa en la otra. Con el tiempo pasé a la pera y la manzana. Pero lo cierto es que esta chacra la pude comprar por el tomate. Vino una buena cosecha y me salvé. Bagliani (de Allen) me había sugerido que hiciera tomate porque el precio iba a subir de 1 peso a 6. Aposté, planté 50 hectáreas y vendí a 6 pesos el kilo. Ese año además vendí bien la pera y me pagaron muy bien la papa. Pude cancelar mi deuda y me convertí en propietario. Durante un tiempo seguí alquilando chacras para hacer tomates. Trabajamos muchos años sin parar ni un solo día. Salimos por primera vez de vacaciones cuando cumplí 55 años. Fuimos a Europa con mi mujer y el matrimonio Camacho. ¡De vacaciones por primera vez en la vida!".

Todos los hermanos Larroquet (excepto Nélida, quien murió muy joven) tuvieron sus hijos y hoy tienen nietos y bisnietos.

Silvano murió en 1966 y María Rosa en 1971, pero la familia se mantuvo siempre muy unida y profundamente ligada a la historia de de la fruticultura regional.

 

 

SUSANA YAPPERT

sy@patagonia.com.ar

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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