Las inversiones anunciadas en al país para la elaboración de biodiésel alcanzan a la fecha los 285 millones de dólares. Si bien la cifra parece importante, no es significativa en función de los valores que se manejan internacionalmente para este tipo de producción. La llegada del biodiésel al país obedece a una tendencia mundial que viene de la mano de los altos precios que están registrando los combustibles fósiles en el mercado internacional y la inestabilidad geopolítica que presentan los países productores de crudo. Pero no sólo es el contexto externo al que miran los inversores a la hora de colocar sus fondos para poner en marcha los proyectos de biodiésel en el país. La incertidumbre respecto de la viabilidad económica de largo plazo se ve exacerbada en nuestro país por un temor que comparten varias de las cerealeras y empresas que apuestan 'producir para exportar', pero que aún no decidieron la concreción de proyectos: mientras hoy las retenciones a las exportaciones de aceite (principal insumo para el biodiésel) son del 20%, las de los biocombustibles son del 5%. Son varios los empresarios que creen que el gobierno podría elevar ese porcentaje y cambiar las reglas del juego, alterando definitivamente el atractivo económico que hoy posee este sector. Y más aún si se tiene en cuenta la crisis energética por la que atraviesa hoy el país. Para los proyectos de autoconsumo (escalas pequeñas de producción que quedan en el mercado interno) la situación es menos incierta, ya que la oferta de combustible compensaría la falta de gasoil proyectada a futuro. Por otra parte, el costo estimado de producción del biodiésel se ubica en un promedio de 0,70 pesos por litro, con lo cual la limitación solo radica en la inversión inicial de montar una planta. Los altos precios del crudo en el mercado, en principio, constituyen un incentivo en sí mismo para el desarrollo de tecnologías alternativas. Así lo destaca un reciente informe elaborador por la Consultora Centro de Estudios Bonaerense (CEB) en el que se remarca que en los últimos años se vio también cómo los países centrales (principalmente la Unión Europea) y Brasil paulatinamente comenzaron a incorporar en su legislación incentivos fiscales y crearon mercados cautivos para este tipo de combustibles. Argentina también ha incursionado en esta práctica a través de la sanción de la Ley de Combustibles (ley Nº 26.093, promulgada en mayo de este año ver nota aparte). Según algunas estimaciones de mercado, con la ayuda de esta ley la demanda de biodiésel en el país podría llegar en el 2010 a las 632.000 toneladas al año. Con estas previsiones, para abastecer sólo el mercado interno de biodiésel se requerirían, destaca el informe, unas 18 plantas con capacidad para 35.000 toneladas promedio, que demandarían unos 13 millones de dólares cada una. Al mismo tiempo, se espera que en los próximos 4 años el flujo de inversiones totales para el sector ronde los 1.000 millones de dólares, todas ellas orientadas a la producción de grandes escalas. Estos fondos proyectados llegarán del exterior, producto de los incentivos fiscales existentes en sus países de origen. España, por caso, otorga beneficios impositivos para aquellas empresas que produzcan en terceros países y exporten ese biodiésel a los surtidores del Viejo Continente. La limitante que se observa sobre este tipo de inversiones es la que mencionamos párrafos arriba: la seguridad jurídica y política que existe en el país en el marco de la actual crisis energética. Pero también están aquellas pequeñas inversiones donde el agro utiliza el 70% del gasoil que se consume anualmente en el país, entre camiones, maquinaria y plantas. Varios productores agropecuarios pequeños y medianos se encuentran evaluando asociarse para producir biodiésel básicamente para autoconsumo, con la posibilidad de vender el excedente. Las estimaciones indican que estos actores se inclinarán por desarrollar fábricas de hasta 40.000 toneladas, acogiéndose a los beneficios impositivos que, en principio, confiere la reciente ley. PROYECTOS DE INVERSION Desde 1999 existen varios proyectos que comenzaron a desarrollarse aún sin un marco regulatorio apropiado y que hoy se encuentran produciendo biodiésel, básicamente para la industria química, para autoconsumo y para el incipiente mercado local. El informe remarca que entre las plantas más importantes se encuentran las de Química Nova (en Jujuy), Glutasol SA en Pilar (Buenos Aires) y la Planta Artesanal de biodiésel de la Escuela Agropecuaria de Tres Arroyos (que procesa aceite comestible reciclado). Los proyectos que comenzaron a surgir a partir de fines del año pasado, y principalmente después de la sanción de la ley Nº 26.093, parecen ser significativamente más ambiciosos y con proyecciones comerciales más definidas. Los 13 proyectos relevados por base de inversiones del CEB entre el 2005 y los primeros ocho meses del 2006, suman 285 millones de dólares y se espera que vean la luz principalmente a partir de fines del 2007. En el cuadro adjunto, se puede ver que las empresas que están encarando los proyectos más ambiciosos son aquellas principalmente vinculadas a la actividad agropecuaria (donde predominan las de origen nacional) o empresas locales que realizan investigación y desarrollo de tecnologías para extraer biodiésel a partir de oleaginosas y que se encontraban buscando financiamiento para poner en producción sus proyectos. Estos últimos, básica mente resultaron financiados por capitales extranjeros. De los anuncios relevados también se observa que el principal destino de los nuevos proyectos es el sector externo, con algo más de 216 millones de dólares (75,8%), atento a las crecientes demandas de este tipo de combustibles desde Europa y Estados Unidos. Por otra parte, continúa el informe, se registraron además anuncios de proyectos de inversión que, sin perder de vista el mercado externo, también ponen sus ojos en el mercado local, por un monto de 68,8 millones de dólares (24,1%). De esta manera, los proyectos destinados al autoconsumo representan apenas el 0,1% del total demandado en el país. Además de los motivos de peso que argumentan la promoción de los biocombustibles, existe un aspecto relativo a la potencial competitividad de este producto y su sustentabilidad en el tiempo. A ciertos niveles de precios del petróleo, los biocombustibles comienzan a ser competitivos en condiciones de mercado. Sin embargo, la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles y de los productos agropecuarios generan cierta incertidumbre que restringiría la inversión en medianas empresas. Para morigerar esta situación y estimular la inversión y el desarrollo del sector, los gobiernos han utilizado leyes que ofrecen incentivos fiscales y establecen una demanda cautiva para este tipo de combustibles. La Unión Europea, Brasil y Argentina ya adoptaron legislaciones creando la obligación de utilizar biocombustibles en determinadas proporciones. Un dato significativo respecto del crecimiento potencial del sector en Argentina es que el costo promedio de producir un litro de biodiésel en Europa ronda los 0,62 euros, mientras que aquí ese costo oscila entre 0,54 y 0,59 euros con el flete al Viejo Continente incluido. (J.L.) |