| En 1913 se realizó un ensayo de remolacha azucarera exactamente en zona de Chacras Neuquén. La experiencia fue considerada exitosísima ya que se extrajeron entre 50 y 70.000 kilos por hectárea, con una proporción de azúcar del 24%. Esta cifra movió a la instalación de una fábrica de azúcar en la capital del vecino territorio pero, lamentablemente, la Primera Guerra la frenó. El ensayo fue piloteado por el Ing. de la Estación Experimental del Ferrocarril del Sud, Juan Barcia Trelles, quien se mostró alelado por los resultados obtenidos en la región, muy superiores a los rendimientos obtenidos en Alemania y Austria (mercados de mayor producción en Europa), que daban 30.000 kilos por hectárea con un porcentaje máximo de azúcar del 13%. Países que, por otra parte, consideraban excelente un rendimiento de 40.000 kilos la hectárea y excepcional uno de 50.000. La experiencia estuvo a cargo de un especialista en la materia, el profesor francés Maurice Démolin, ex jefe de una gran fábrica de azúcar del norte de Francia. Este investigador, sorprendido por los datos obtenidos en su primera muestra, mandó a analizar varias veces los resultados. Todos los valores que extrajo representaban a las cosechas excepcionales de Europa y otro dato llamativo superaban las marcas de las cosechas argentinas. Hablamos ya de los proyectos tendientes a la fabricación de azúcar de remolacha realizados en 1929 en el valle de Conesa. Cuenta César Vapnarsky que las aptitudes para este cultivo en Río Negro se conocían desde 1915. Indudablemente se refiere a los realizados por la experimental inglesa y que dieron fundamento al emprendimiento conesino. En 1937, el territorio de Río Negro tuvo 1.100 hectáreas de remolacha azucarera, el 90% de las cuales estaban en la zona de Conesa y la cifra restante en Viedma y Valcheta. El año 1935 marcó el record de producción, de 32.800 toneladas. No mucho después el ingenio fue levantado y desmantelado. En el Alto Valle, en cambio, nunca se salió de la fase de la experimentación, aun cuando el rendimiento de las plantaciones de esta zona era realmente alentador. El cultivo de remolacha azucarera, un cultivo alternativo que dio buenos resultados en esta región, nunca se retomó. Hacia principios de siglo, otros cultivos y producciones se ensayaban en la región con diverso éxito. En Colonia General Roca y Colonia Lucinda, por ejemplo, se hicieron experiencias con arroz. Este diario cuenta que en 1924 el vecino Clemente Porrino hacía cultivos con muy buenos resultados de tres variedades de arroz, los mismos que había cultivado en su patria de origen. En Cipolletti, este mismo medio informa que en febrero de aquel año se cultivaba arroz en una chacra de esta Colonia. Otra experiencia interesante se hizo con espárragos. En 1923 habían sumado 8.000 kilos por hectárea y se daban muy bien en la región. Estos datos eran muy alentadores; aun así no se desarrollaron en escala. Una industria sobresalía por aquellos años 20 y se imponía, como producción alternativa muy rentable, la de la miel. Cada colmenar daba un promedio de 200 kilos al año. La lista de productores de miel no es muy larga, pero relatos familiares dan cuenta de un negocio seguro. En Roca, los hermanos Viterbori tenían un interesante emprendimiento. En Gómez, tenemos el gran Colmenar "Mil Flores" de M. Canseco, el de Laurino Bonacchi, el de Agustín Cruz, el de la Chacra Experimental, el de Alberto Freydoz y el de la firma Huergo y Canale. En Allen los colmenares de miel y cera eran de propiedad de Manuel Fernández, de los hermanos Guarnieri y de Pablo Mihail. En Cipolletti el más importante era el de Francisco Martínez Segura. Mientras que en Cinco Saltos y Contralmirante Cordero, los apicultores más importantes fueron: Teodoro Müller, Emilia de Backhouse, Carlos Pesce, Juan Cervera. ( SY) |