Número de Visitas  
TITULOS SECCIONES SUPLEMENTOS OPINION CLASIFICADOS SERVICIOS NUESTRO DIARIO PRODUCTOS
  podio
RURAL
DEBATES
GUIA OCIO
eH! HOGAR
Espectáculos
ECONOMICO
CULTURAL
ENERGIA
 
Sábado 09 de Septiembre de 2006
 
 
 
>>EDiciones ANTERIORES
   
  HISTORIA DE VIDA
  Raúl Laino: \"La fruticultura es mi gran pasión\"

Productor y socio de la firma Fruempac, Raúl Laino ya es parte de la historia regional. Cuatro generaciones de fruticultores cuenta ya esta familia, pionera de Cuatro Galpones. Hace unos días, al igual que su esposa, Raúl recibió el título de vecino ilustre.

 
 

Click para ampliar

Como todas las mañanas, Raúl Laino entra en su oficina. Sobre el escritorio tiene fotos familiares y unos gráficos con el pronóstico del tiempo. Tiene 84 años espléndidos y, de lunes a viernes, mantiene una rutina de trabajo. Durante la temporada, recorre el galpón de empaque "de punta a punta", visita las chacras y en tiempo de heladas confiesa todavía se angustia.

Raúl Laino nació en una chacra y está estrechamente vinculado a este mundo desde ese día. Un recorrido por su trayectoria es, sin dudas, un viaje por la historia de la fruticultura regional.

La familia Laino tiene 90 años en el Valle. Fue en 1916 que el padre de Raúl, Francisco, se radicó aquí. Francisco Laino era un inmigrante italiano que llegó a al Argentina en 1902. Tenía 14 años cuando salió de su Calabria para siempre. Vino con sus padres y sus hermanos. Primero se establecieron en Bahía Blanca. Allí trabajaron en la construcción. En 1913, a los 25 años, Francisco se casó con Florentina Formento. Con ella tuvo dos hijos: Francisco y Florentina. Pero poco después, en 1916, Francisco perdió a su mujer. Fue entonces que decidió mudarse. Llegó a General Roca con sus hijos pequeños y sus hermanos. "Vinieron contratados para hacer las primeras obras del canal, cuenta Raúl. Un tiempo después, mi padre conoció a mi madre. Ella había quedado viuda el mismo año que papá. Mamá era Benita Raimondo, porteña pero hija de genoveses. Había llegado a esta zona, casada ya con un italiano de apellido Martorelli. Imagino que se conocieron en la colectividad italiana. Los italianos se conocían todos. Con Martorelli, mamá tuvo cinco hijos: Rosa, Leopoldo, Carlos, Elda y Víctor. Ellos se radicaron acá a principios de siglo. De hecho, fueron los primeros pobladores de lo que se conoció como "Cuatro Galpones".

Martorelli y tres italianos más (Bossani, Sorio y Raimondo, su cuñado) fueron los pioneros del lugar. Esa sociedad tuvo 100 hectáreas, 25 para cada socio. Todos estaban en aquel paraje sin nombre. Los socios, para estar cerca, construyeron cuatro casas iguales a 100 metros de distancia entre una y otra. Las inauguraron en 1914. "El lugar cuenta Raúl era un gran descampado y a lo lejos se veían estas cuatro casas que la gente empezó a llamar 'Cuatro Galpones'".

Francisco Laino, unos años después de su llegada, conoció a Benita Raimondo. Con ella tuvieron ocho hijos más: Guillermo, Faustino, Raúl, Ricardo, Roberto y Angel (mellizos), Benita y Rodolfo. "Mis padres siguieron allá, en Cuatro Galpones, y todos nosotros, excepto mi hermano menor (retirado de la Aeronáutica), nos vinculamos a la fruticultura".

Raúl nació en 1922 y, en aquella chacra que lo vio nacer, se producía viña. Junto con Canale, la comunidad italiana de Cuatro Galpones, levantó los primeros viñedos de esta parte del Valle. Años más tarde, la viña sería reemplazada por frutales.

La infancia de Raúl fue muy activa y ruidosa. "Entre mi padre y mi madre hicieron un familión. Además mi mamá era muy familiera y durante los veranos recibía a sus parientes porteños que venían a pasar sus vacaciones en la chacra. Eramos una multitud".

Francisco Laino, paralelamente a sus actividades en la chacra, comenzó a hacer política. En 1935 fue concejal por Unión Vecinal, agrupación que desplazó a los socialistas del poder y sería base de la Unión Cívica Radical. "Papá era más político. Aun así nunca dejó la chacra, centro de la vida familiar".

El matrimonio Laino-Raimondo fue criando a su generosa prole en la chacra. Todos sus hijos fueron a la escuela, pero siempre tuvieron sus responsabilidades en la finca. Raimondo y Laino hicieron una pequeña bodega, una bodega artesanal, en la que fabricaban su vino y algo para vender. en aquel predio había, también, algunos perales que todavía siguen allí, en pie. Plantas centenarias que dieron las primeras William's que vendieron a Salvador Liguori cuando éste se iniciaba en la actividad. Luego le vendieron a AFD y, cuando se fundó la Cooperativa "Valle Fértil" ( ver Historia de Acá), se asociaron y llevaron la producción allí. "Valle Fértil relata tuvo uno de los primeros galpones de empaque, también un gran secadero de fruta y una bodega. Valle Fértil, a su vez, le vendió durante un tiempo la producción a Mariani y Bizzoto, luego exportó por su lado".

Durante su infancia y adolescencia, Raúl aprendió el arte de la fruticultura. Pero el hecho de formar parte de una familia numerosa fue, quizá, lo que le aguzó el ingenio. Durante su juventud y como no había colegio secundario en Roca, estudió libre y obtuvo el título de Perito Mercantil. Le gustaba la contabilidad, los números. Se levantaba a las 4 de la mañana a estudiar y luego trabajaba en la chacra. El trabajo era duro e intenso. Junto a sus hermanos, limpiaban canales, bombeaban las curadoras, cosechaban, podaban y cubrían todas las tareas culturales.

Durante una temporada de crisis en la fruticultura recuerda Raúl empezaron a incursionar en otras actividades. "Creo que fue por 1940. Hubo una crisis muy grande, estuvimos mal y nos pusimos a fabricar ladrillos. También me dediqué a la cunicultura. En San Vicente tenía un tío, hermano de mamá, que criaba conejos y me entusiasmó. Criaba conejos gigantes de Flandes, llegué a tener 500. Vendía la carne en el pueblo y la piel a un peletero de Bahía Blanca. La exportaba a Francia. Estos fueron mis inicios, aun cuando siempre estuve vinculado a mi familia y a la producción, y fue durante estos años que me empezó a interesar la comercialización y el empaque de fruta... pero éste será el siguiente escalón".

A los 20 años, Raúl tuvo que cumplir con el servicio militar. Le tocó Marina, de modo que regresó a casa con 22 años. Fue entonces que comenzó a hacer su camino.

"Cuando volví, se me ocurrió ofrecer fruta a profesionales de Buenos Aires. Buscaba en la guía de teléfonos personas que tuviesen alguna profesión y les enviaba un catálogo. Los interesados en recibir fruta fresca me hacían el pedido y yo mandaba cajones de peras, manzanas y duraznos en el tren. En ese momento había una tarifa especial para los productos agropecuarios y yo mandaba encomiendas de 10 kilos contra reembolso. Así me inicié".

"Al principio continúa el relato hicimos una sociedad familiar de tres hermanos: Raúl, Ricardo y Roberto. La llamamos 'RRR Laino'. Con ellos hicimos ladrillos, luego compramos tierras y formamos nuestra primera empresa comercializadora de fruta que llamamos 'Garlai'. Los socios eran Gargiullo, Zinelli y los tres hermanos Laino".

"Esta experiencia duró dos años. Gargiullo siguió en la actividad potenciando la exportación y nosotros formamos, en 1966, una nueva sociedad Fruempac con Palmieri, Romagnoli, Garrido, Glanz, Ferrari Monasterio y Echeverría".

Raúl Laino fue presidente de Fruempac durante muchos años, pero hace un tiempo delegó su responsabilidad a uno de sus socios, Roberto Garrido.

Fruempac primero se fortaleció en el mercado interno y luego se asoció con otros galpones para exportar. Ese fue el origen de Productores Argentinos Integrados (PAI). Cuenta Laino que, pese a que se inclinó hacia la comercialización, siempre fue productor. Tiene chacras propias y pioneras en el uso de riego por aspersión para el control de heladas. "Antes recuerda la actividad era más riesgosa, ahora todo se simplificó. Por ejemplo, teníamos que adivinar si helaba. El único pronosticador que teníamos era Antonio Garrido, que había puesto en Godoy una pequeña estación meteorológica. El me llamaba todas las noches para contarme cómo venía la cosa".

Cuando repasa su vida, Laino hilvana recuerdos sin sobresaltos. Quizá para él cada paso fue un paso más. Un crecimiento. Pero quienes lo conocen dicen que su trayectoria fue exitosa porque él fue audaz, no temió a la hora de innovar y es profundamente optimista. "Crecí por propia iniciativa. Movido por un fuerte deseo de ser alguien en la vida. Quería ser algo más que chacarero. Cuando empecé, algunos me decían que tenía ideas locas, pero bueno, no fueron tan locas. Me fue bien y, además, contagié a mis hijos el amor a la actividad: dos de ellos son agrónomos. Sabían que ésta era una actividad muy sacrificada, pero la eligieron. Vivimos momentos duros, crisis profundas, pero salimos adelante. En este sentido me ayudó tener templanza, salud y mucho sentido del humor. Además hago lo que me gusta, la fruticultura es mi gran pasión".

"He sido afortunado, pero sobre todo porque al lado mío siempre estuvo Beba, mi esposa y compañera, a quien estaré eternamente agradecido por haberme acompañado en estos años tan sacrificados. Gracias a ella pude ser lo que soy".

Raúl se casó con Beba Salgado hace 54 años. Ambos ya son vecinos ilustres de la ciudad. "Estoy agradecido por estos honores afirma, pero lo que realmente disfruto es el reconocimiento de mi familia. Tuvimos tres hijos: Raúl, Manuel Angel y Alicia Susana, y ellos nos dieron 10 nietos. Ellos han hecho de mí un hombre feliz".

 

SUSANA YAPPERT

sy@patagonia.com.ar

   
SUSANA YAPPERT
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
Todos los derechos reservados Copyright 2006