Con los números ya casi cerrados, la temporada volvió a dejar sus marcas en la región. Cada vez más se están diferenciando dos fruticulturas en el Valle. Una de ellas, con números que cierran y otra que, con cada año que pasa, retrocede hacia el abismo. Consultadas las distintas empresas de la región, por lo general, todas coinciden en señalar que este año fue mucho mejor de lo que se esperaba. Los valores de la pera destinada a ultramar generarán retornos promedios para el productor superiores a los 20 centavos de dólar. Con la manzana pasa algo parecido. Las primeras proyecciones muestran que estos valores promedio terminarán por encima de los 16 centavos de dólar. Las cotizaciones y retornos por las ventas de peras y manzanas a Brasil y el mercado interno todavía son difíciles de predecir, pero pocos han sido los que se mostraron escépticos con el desarrollo de estos mercados. Por lo que, de continuar las cosas como hasta ahora, las liquidaciones finales de las empresas exportadoras serán positivas para el productor. Pero en la otra vereda están los 600 o hasta 800 productores que hoy no se ubican dentro de estas proyecciones y estadísticas. Son aquellos que en esta temporada quedaron al margen de las compras de los empaques y con valores de industria por debajo de los 5 centavos de dólar. Es decir, con saldos económicos negativos en su estructura productiva. Son los mal considerados 'marginales' de la fruticultura. ¿A que se debe este nuevo y dramático escenario en la actividad? Distintos operadores del sector frutícola coinciden en señalar que, por lo menos, existen tres causas que definen la llegada de este nuevo contexto, un contexto que, para muchos, llegó para quedarse: * El programa económico en sí que, como sucede a nivel nacional en otros segmentos económicos y sociales, no determina una redistribución del ingreso equitativa. La Nación se llevó desde la salida de la Convertibilidad más de 180 millones de pesos en concepto de impuestos distorsivos. Desde el gobierno se aduce que los mismos están para sostener el dólar en los niveles actuales y para compensar los problemas sociales heredados de la década anterior. Nada de esos 180 millones volvió a la región y, menos aún, al sector de la fruticultura que más necesita hoy compensar recursos. Por otra parte, los costos internos siguen su senda de crecimiento y las escalas productivas son claves para poder definir la rentabilidad en un explotación de este tipo. * El otro punto ha sido el acta de Choele Choel, firmada hacia principios de este año. En la misma quedó establecido el precio sostén para la pera y la manzana que los galpones compraron a los productores. Con los nefastos antecedentes de la temporada pasada, muchos fueron los exportadores que, a la hora de comprar fruta de terceros, seleccionaron la misma para no tener problemas tras lo acordado con el gobierno provincial. Pocos eran los exportadores que aseguraban, a principios de enero de este año, que la manzana y la pera podían generar retornos de 12 y 14 centavos de dólar respectivamente. Había más dudas que certezas. Y por lo tanto muchos se cubrieron comprando entre un 20 y 40% menos de fruta de terceros. Entre estos terceros estaban los productores que hoy están solicitando ayuda para poder continuar. Para muchos operadores del mercado, "el acta firmada en Choele Choel terminó de poner blanco sobre negro en la fruticultura regional". Y eso tiene sus costos. * El tercer punto es el rol que tuvo la industria en estos últimos tres años. Históricamente este sector de jugos concentrados pagaba, en promedio, por la manzana que entregaba el productor, algo más de 6 centavos de dólar por kilo. Algunos años superaba los 10 centavos de dólar y otros encontraba su piso por debajo de los 4 centavos. Desde la salida de la Convertibilidad los precios dejaron de tener grandes oscilaciones y se 'clavaron' entre 3 y 5 centavos de dólar. Muchos de los productores que, por diversas causas, no llegaban a colocar gran parte de su fruta en el mercado en fresco tenían, como salida económicamente viable, la industria. Hoy esa realidad cambio. Una chacra que tiene más del 40% para industria no subsiste en el sistema. Antes sí podía hacerlo. ESTADISTICAS ¿Qué es lo que se puede hacer para revertir este escenario? Esta claro que la fruticultura regional llega a esta situación luego de años de errores y falta de criterio para establecer políticas acordes a las reales necesidades del sector. Los gráficos desnudan parte de las deficiencias que muestra el sistema. Escalas productivas no competitivas, variedades no demandadas por los mercados y edad de plantaciones que muestran la falta de reconversión, entre otros puntos. Muchos aducen que lo que está pasando en la fruticultura regional es una decantación natural que realiza el mercado dejando a los productores y empresarios eficientes al frente del sistema. Desde lo técnico, una verdad a medias. Desde lo humano, una aberración. La solución no pasa por seguir otorgando subsidios sin tener en claro para qué se dan. En los últimos 10 años la provincia de Río Negro entregó en forma de subsidio no reintegrable más de 400 millones de pesos a la fruticultura. Una cifra que, bien aplicada al sistema, sin lugar a dudas hubiera resuelto, no todos, pero sí parte importante de los problemas que hoy afectan a la actividad. Está demostrado que la política de dar 'plata fácil' para poder sobrevivir no arregla nada. Tampoco es una solución el pensamiento desde el otro extremo. "Para que la actividad vuelva a renacer debemos trabajar con no más de 1 millón de toneladas de peras y manzanas. Hoy lo estamos haciendo con 1,8 millones de toneladas". Un razonamiento que contempla al sistema sólo desde lo económico. Se viene una temporada compleja, con la fruticultura partida en dos. Hay que comenzar a tomar conciencia de la necesidad de dar solución a la demanda de aquellos productores que hoy están siendo expulsados por el sistema. |