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Sábado 12 de Agosto de 2006
 
 
 
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  La producción ganadera no reacciona

Las medidas intervencionistas del Estado ahogan la actividad. Poner un precio político a la carne no ayudará al despegue del sector.

 
 

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Es una verdad indiscutible que ante el fuerte crecimiento de la economía, la mejora en los ingresos de las familias, la caída de la desocupación y una simultánea y fuerte demanda internacional, inevitablemente los precios tienden a incrementarse, sobre todo en una actividad como la ganadera que necesita más de treinta meses para lograr un aumento real y sostenido de la oferta.

Sin embargo, existe otro elemento que agudiza los efectos del aumento del precio de la carne vacuna, y es que la carne de cerdo y en menor medida la de pollo, naturales sustitutos de la vacuna, ante la falta de volumen de producción modifican sus precios de acuerdo a la variación de la carne vacuna, por lo que el aumento del vacuno se traslada a todas las carnes de manera casi directa. Uno de los elementos de fuerte influencia en el costo de un producto es la velocidad de rotación del capital necesario para producirlo. Otro componente fundamental en el costo de producción de un animal es el índice de conversión, entendiendo por tal indicador a la cantidad de kilos de alimento para producir un kilogramo de animal en pie.

Así lo confirma un reciente trabajo realizado por la Cámara de la Industria y Comercio de Carne de la Argentina (CICCRA) en el que se destaca que estos dos elementos velocidad de rotación e índice de conversión son fundamentales en la formación de los precios.

Cuando se analizan los precios relativos de estos tres productos cárnicos, se observa que en EE. UU. y en Argentina son muy diferentes.

En el primer caso existe una importante correlación entre los índices mencionados y los precios relativos de los productos. Por ejemplo, con un kilogramo de ojo de bife, se pueden comprar 9,7 kilogramos de pollo o 2,35 kilogramos de solomillo de cerdo en el país del norte. En cambio, en

Argentina la capacidad adquisitiva de un kilogramo de ojo de bife es sensiblemente inferior.

Por otra parte, al evaluar el consumo de las diferentes carnes en el mundo, el mismo está inversamente relacionado con el

precio, lo que hace que el consumo por habitante de carne vacuna no sea tan elevado. A la inversa, en la Argentina, como la carne vacuna es más barata en términos relativos que en el exterior, es la que más se consume.

En nuestro país, la consideración de la carne vacuna como un bien salario por más de 30 años, ha impedido que la relación de precios fuera semejante a la de Estados Unidos y de otros países.

Esto generó no sólo la falta de estímulo para el crecimiento del sector vacuno, sino que además impidió el desarrollo de los sectores porcino, ovino y aviar. De aquí surge que es necesario sincerar los precios relativos.

 

GOLPE A LAS EXPORTACIONES

A medida que pasan los meses, la suspensión transitoria de las exportaciones cárnicas se refleja cada vez más en las estadísticas de faena y producción de carne. Con datos provisorios hasta junio (publicados por la ONCCA), durante el segundo trimestre del año se faenaron 2,8 millones de cabezas de ganado vacuno. Fue el segundo trimestre con menor nivel de actividad de los últimos cinco años, período que incluye un año tan crítico como 2002.

En términos interanuales la faena disminuyó 22,4%. Cabe recordar que en el primer trimestre del año ya se había experimentado una caída de 3,2% interanual. En este caso, la faena había sido afectada por la caída de las exportaciones (el cierre de Chile en febrero inicialmente generó un impacto negativo) y por el aumento del peso mínimo de faena a partir de marzo. Por lo tanto, en el primer semestre de 2006 la faena total resultó 13,3% inferior a la observada entre enero y junio de 2005. En términos absolutos se faenaron cerca de un millón de animales menos entre los semestres considerados.

Según datos plasmados en el informe de la CICCRA, en abril quedó establecido el mínimo de faena del año 871.788 cabezas, en tanto que en mayo se enviaron a faena 991.695 animales y en junio otros 994.879.

La disminución de la actividad frigorífica vacuna durante el segundo trimestre fue muy significativa y el aumento del peso promedio de la hacienda (por aumento del mínimo hasta 280 kilogramos en pie a partir de marzo) no logró compensarla, sólo la morigeró. El peso promedio llegó a 228 kilogramos en gancho por animal faenado y se ubicó 5,0% por encima del nivel observado en el segundo trimestre de 2005.

Es importante destacar que el peso promedio en gancho de los animales se mantuvo en el mismo nivel del primer trimestre, aun cuando el peso mínimo de faena aumentó entre ambos períodos. En lo que respecta a la producción de carne, en el período abril-junio se alcanzó un nivel de 650,7 miles de toneladas de res con hueso. Esto significó un retroceso de 18,5% con relación al segundo trimestre de 2005.

LIQUIDACION DE VIENTRES

Al analizar la composición de la faena por categoría de animal, los datos del primer semestre no mostraron cambios en cuanto a la decisión de retener o liquidar hembras.

Un dato significativo lo aportó la participación de las hembras en la faena total. En la primera mitad de 2006 este guarismo se ubicó en 39,6%, el valor más bajo para el primer semestre de un año, desde 1990 hasta el presente. Incluso resultó menor al observado en la primera mitad de 1999, otro período claro de retención de vientres para recomponer stocks. Es importante tener en cuenta que estos datos consideran las decisiones agregadas de todos los productores que envían hacienda a faena.

Es decir, no niegan la existencia de casos en los cuales los productores individuales hayan decidido deshacerse de las hembras, ante la incertidumbre que generó el enfrentamiento gobierno-cadena de valor, sobre todo desde noviembre del año pasado en adelante. Estos casos pueden haber ocurrido, pero los datos de faena de la ONCCA todavía permiten concluir que el conjunto de los productores no piensa de este modo.

Más aún, si el conjunto de los productores pensara que el contexto actual podría tener influencias permanentes (no transitorias), entonces se debería haber observado un crecimiento de la faena total a partir de abril y no una caída. Si todos los productores fueran a liquidar vientres, la faena de hembras debería haber disminuido en menor medida o debería haber aumentado. Por el momento, eso no sucedió.

DEMANDA ESTABLE

Si se toman los datos oficiales en forma lineal, durante el segundo trimestre de 2006 debería haber crecido el consumo interno de carne vacuna. La cuenta sería la siguiente. Si en el segundo trimestre del año se produjeron 650,7 miles de toneladas de res con hueso de carne, pero sólo se exportaron 58,1 miles de toneladas de res con hueso, entonces el consumo total aparente debería haberse ubicado en 592,6 miles de toneladas de res con hueso. Aun cuando la producción bajó, en comparación con el primer trimestre del año, el consumo total habría observado una suba de 2,6%. ¿Se puede decir que el consumo interno total creció en el segundo trimestre del año? No. Porque, si bien las estadísticas oficiales no lo reflejan, en el segundo trimestre del año una porción de los frigoríficos que orientan una parte de su producción a la exportación, siguió faenando animales y colocaron la carne producida en cámaras (de frío), a la espera de una probable y pronta reapertura, que finalmente se produjo. En consecuencia, según el trabajo elaborado por la CICCRA, en el segundo trimestre del año se faenó menos, se produjo menos y se exportó bastante menos carne que en períodos anteriores, pero el consumo interno no creció. Al contrario, disminuyó.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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