| Como todas las experiencias fuertes de la infancia, Delia recuerda como un film el día en que el bandolero más famoso entró a su casa. Así recrea aquel episodio: "Fue en el año 32. Yo tenía unos 5 años cuando nos asaltó Bairoletto. La historia se contó durante años en casa. Yo dormía en la habitación con mis abuelos y una noche me desperté y vi a dos hombres. Uno era Bairoletto y el otro Juan Leiva. Yo me asusté, me senté en la cama y Bairoletto, quien estaba comiendo pan con chorizo que nos había robado, me tranquilizó. Me dijo que no tuviera miedo y me preguntó si tenía hambre. Yo le dije que sí y me dio de lo que estaba comiendo. Yo me quedé sentada en la cama comiendo mientras ellos nos robaban todo". "Bairoletto le contó al abuelo que había venido a robarle a Ernesto Gari (estanciero y primer juez de paz de Catriel) porque se había enterado que esos días pagaba a sus empleados. En Catriel, Bairoletto tenía un refugio. Solía andar por la zona. En esa oportunidad, vino a lo de Gari y no lo encontró, entonces preguntó a la gente que le daba refugio, qué otra gente con plata había en la zona. Le dijeron que 'el gallego'. Y vino al campo. Abrió la puerta y dijo: 'Soy Bairoletto'. Fue suficiente. Todos lo conocían. Nos llevó hasta un caballo y le prometió a mi abuelo que no le iba a robar más. Nos asustamos. Pensamos que nos matarían. Bairoletto andaba con un pañuelo atado en la cabeza, decía que le dolían las muelas. Era petiso y muy flaco. Andaban armados y andrajosos. Después que robaron, dejaron los harapos y se pusieron ropa del abuelo. Se fueron a caballo. Mi abuela se asustó muchísimo y durante una temporada nos fuimos a dormir a casa ajena, a lo de los vecinos Maggioni". "Era la época de los bandoleros. Por aquellos años iba a Peñas Blancas un correo, se llamaba Pedro Sepúlveda. Era prácticamente la única persona con quien teníamos comunicación con frecuencia. Iba una vez cada 15 días, pagaba los sueldos a la policía del lugar. Iba en su jardinera y levantaba pedidos. Iba hasta La Pampa. Cruzaba el río Colorado en su charré. Vivía en Cordero, hizo ese trabajo durante 30 años. Cuando pasaba comía con nosotros. A él también lo había robado Bairoletto. Contó que una vez llevaba el pago de la Policía de Catriel y de La Pampa. Durante todo el día un hombre de a caballo le venía a la siga. Sepúlveda lo llamaba. Pero éste no se acercaba. Cuando se durmió, le robó. Pero antes de irse con el botín, Bairoletto despertó a Sepúlveda y le dijo que él sabía que llevaba el sueldo de los milicos, pero le aclaró que no había tocado ese dinero porque con esa plata la Policía tenía que alimentar a su familia. Sólo le había robado a él. Los sueldos no los había tocado". |