| La Unión Europea (UE) presentó un controvertido proyecto de reforma del sector vitivinícola, con el objetivo de eliminar el exceso de producción y responder a la competencia de vinos del Nuevo Mundo, que multiplican sin cesar sus ventas desde hace dos décadas. "Pese a nuestra historia y a la calidad de muchos de los vinos de la UE, el sector se enfrenta a graves problemas. El consumo está descendiendo y las exportaciones del Nuevo Mundo registran importantes avances en el mercado", dijo la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel, al presentar el plan en Bruselas. Si Europa sigue siendo de lejos el primer productor y exportador mundial, con el 60% de la producción en volumen, su posición dominante peligra ante el avance de nuevos productores, como Argentina, Chile, Australia o Estados Unidos. Estos países han duplicado su parte en las exportaciones mundiales en los últimos 25 años, ya que tienen actualmente el 21,4% del mercado contra 1,7% a principios de los 80, según un estudio de la Organización Internacional del Vino (ver aparte). Mientras las importaciones de vino a la UE progresan a un ritmo del 10% anual desde hace 10 años, las exportaciones apenas han aumentado. Encima, los europeos beben cada vez menos. El resultado de esta ecuación es que el exceso de producción estructural de la UE alcanza 15 millones de hectolitros anuales, es decir el 8,4% del total que produce el bloque. En este contexto de dura competencia y sobreproducción, la Comisión propone una profunda reforma de la organización del mercado vitivinícola europeo, pese a la resistencia de los profesionales que la acusan de querer eliminar "los aspectos específicos de la milenaria cultura del vino en Europa". El plan de Bruselas tiene como objetivo "aumentar la competitividad de los productores de vino de la UE, reforzar la fama de los vinos europeos, recuperar cuotas de mercado, equilibrar la oferta y la demanda y simplificar las normas". Una de las medidas propuesta para terminar con la sobreproducción es la destrucción de viñedos "poco rentables", para lo cual se ofrecerán cuantiosos incentivos a los productores. Se busca conseguir la destrucción de 400.000 hectáreas de viñedos en cinco años, con una ayuda máxima de 2.400 millones de euros (3.015 millones de dólares). Otra medida es la eliminación de la "destilación de crisis", utilizada anualmente para millones de litros de vino español, italiano y francés, que son transformados en alcohol para uso industrial. El almacenamiento y destilación del exceso de vino representa un gasto anual de unos 500 millones de euros (unos 631 millones de dólares), en un presupuesto comunitario vitivinícola total de 1.300 millones de euros (1.643 millones de dólares). "Gastamos demasiado dinero en excedentes en vez de mejorar nuestra calidad y competitividad. No abogo en favor de recortar el presupuesto, sino de utilizar estos fondos de forma más inteligente", dijo Fischer Boel. En efecto, la idea de la Comisión es reorientar los fondos hacia medidas de desarrollo rural, pero también de compensación especialmente diseñadas para el sector vitivinícola, tales como un plan de jubilación anticipada de 18.000 euros al año y programas agroambientales. De su lado, los Estados miembros recibirán una dotación financiera destinada a financiar las medidas aprobadas a escala nacional. Además, y de cara a mejorar la competencia de los productos europeos, se busca adoptar una política de calidad "más clara, sencilla y transparente", que esta- blecerá dos clases de vino: con indicación geográfica y sin ella. Pero si las cifras y estadísticas parecen justificar la necesidad de una reforma, los productores europeos de vino no están para nada de acuerdo con la Comisión. La principal organización europea de agricultores, Copa-Cogeca, acusó a Fischer Boel de querer "arrancar de cero" y eliminar "los aspectos específicos de la milenaria cultura del vino en Europa". "La destrucción masiva de viñedos podría tener un grave impacto social y ambiental", explicó. En París, unos 50 produc- tores protestaron el viernes frente a la sede de la Comisión Europea en la capital francesa.
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