| Tras las huellas del ejército de Roca, comenzaron a llegar colonos a la zona: los Escales, los Galarce, los Trujillo, los Zorrilla, entre otros. Don Benjamín Zorrilla, quien se desempeñará como secretario de Julio A. Roca, invitó a su casa a Patricio Piñeiro Sorondo, quien llegó en 1904 con su esposa Catita. Una crisis financiera de su familia porteña lo animó a salir de Buenos Aires y tentar mejor suerte. Visitó los sembradíos de los primeros colonos que ya tenían sus plantas rebosantes de fruta y decidió sumar sus esfuerzos a esta actividad. Fundó "Los Viñedos", años más tarde "Barón de Río Negro". Pero ya nos hemos referido a este pionero, un personaje intenso y que supo aprovechar su talento e influencias para dar rienda suelta a grandes sueños. En poco tiempo mostró su capacidad de liderazgo. Participó en la Fundación de la Cooperativa de Irrigación (1907) y viajó a Buenos Aires a entrevistarse con el presidente Roca para, de este modo, terminar una disputa que mantenía con los salesianos por la ubicación de la estación de ferrocarril. Stefenelli pretendía que se ubicara cerca de su escuela, en Gómez, y Piñeiro Sorondo, en lo que sería Allen. Ganó la pulseada y este paso decidió la fundación de un pueblo en el kilómetro 1.172. En 1909 un decreto autorizó el trazado del nuevo pueblo. Posteriormente, y por iniciativa de Piñeiro Sorondo y algunos vecinos, se instaló la estafeta de correos, luego una comisaría, se inauguró la escuela Nº 23, también una capilla y comenzó a correr un fuerte rumor que decía que en Allen podría situarse un gran hospital. Desde entonces circuló una anécdota. El señor Domingo Cabré, un alto funcionario del Ministerio de Salud, se alojó en casa de don Patricio durante la primavera de 1911. Ese año, el gobierno había destinado una gran partida para construir tres grandes hospitales en distintas regiones del país: Formosa, Córdoba y Neuquén. Cabré había viajado para inspeccionar el lugar. Piñeiro Sorondo pergeñó un plan. Mantendría a su invitado en casa hasta que se levantara un viento fuerte, cosa habitual en aquella época del año, y cuando esto ocurriese llevaría a Cabré a Neuquén. Pasaban los días, el inspector se inquietaba y don Patricio lo entretenía mostrándole las bondades del lugar. El viento llegó y partieron a Neuquén. El lugar escogido para situar el hospital prácticamente no se veía debido a la tierra. El anfitrión, feliz, regresó a sus viñedos y durante el trayecto convenció al funcionario de situar el nuevo hospital en un lugar más verde, a resguardo de los vendavales. Obviamente en Allen. En 1913 se firmó el decreto mediante el cual se aprobó el contrato para la construcción del Hospital Común Regional. Las obras se iniciaron y doce años más tarde, el 25 de febrero de 1925, abrió sus puertas. Sin dudas era una obra trascendente. Se trataba nada más ni nada menos que del único hospital de sus características del río Colorado para el sur. Su primer director fue Ernesto Accame, lo continuó Juan Arizabalo y, desde 1935 y a lo largo de 20 años, estuvo a cargo del Dr. Celiar Pablo Pomina (ver Historia de Vida). Pomina se había radicado en Allen en 1927 y en poco tiempo forjó una prestigiosa carrera. Durante los primeros años en el sur, efectuó una investigación científica sobre la bruselosis o fiebre ondulante en la Patagonia, estudio premiado y publicado en revistas de difusión científica en 1932. El Hospital Regional de Allen le debe a su gestión quizá los mayores progresos que vivió la institución a lo largo de las primeras décadas de existencia. Pocos años más tarde, en 1939, y con el fin de jerarquizar su profesión, Pomina promovió y fundó con otros colegas el primer Círculo Médico del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. (S. Y.) |