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Viernes 09 de Junio de 2006
 
 
 
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  Nueva crisis en el sector cárnico
 
 

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En abril de 1923 el artículo del semanario "Río Negro" inicia una serie de notas dedicadas a "los asuntos ganaderos en el Congreso". Este periódico advertía que tomaba forma un debate histórico y que en el Congreso se iniciaba "una lucha de enormes proporciones que habrá de conmover a los resortes económicos todos de la nación con repercusiones en el exterior". Y así fue.

Los discursos en el Parlamento apuntaban a las maniobras monopolizadoras de empresas frigoríficas. Párrafo aparte merece la consideración del sujeto "ganadero" para este medio. Lo define como una "casta privilegiada" que abusó "durante años de una situación privilegiada y para nada han tenido en cuenta los intereses del pueblo". Aun así, afirma, que en aquellos momentos, los ganaderos estaban sumidos en divisiones que los hacían débiles frente a los monopolizadores y de algún modo busca situar el debate en nacionales vs. extranjeros.

Pero veamos cómo se planteaba el escenario por aquellos días. Durante la gestión del segundo presidente radical de la historia, se asistió a la decadencia de la ganadería ovina y a una transformación en la ganadería bovina. Por entonces, se registró un incremento en el refinamiento del ganado y un aumento del stock como consecuencia de la demanda de los frigoríficos con destino a la exportación. Para ilustrar nada mejor que las cifras: de 26 millones de cabezas en 1914, pasamos a 37 millones en 1922.

En este lapso se generalizó el cambio de la carne congelada a la carne enfriada, cuyas exportaciones crecieron significativamente. Entre 1910 y 1930 las exportaciones de carnes congeladas y enfriadas se duplicaron. La Primera Guerra había impactado favorablemente sobre los frigoríficos. La producción de carnes enlatadas para abastecer a países en guerra disparó las exportaciones. En 1918 la matanza de vacunos llegó a las 2. 976.224 cabezas, fecha en que comenzó a declinar la faena hasta situarse en la mitad de esa cifra en 1921. Pero ocurrió que las ganancias que tuvieron los frigoríficos no aumentaron la renta de los ganaderos y éstos demostraron masivamente su malestar. De modo que los cambios acaecidos engendraron conflictos entre criadores e invernadores.

Los historiadores Mirta Lobato y Juan Suriano (en "Nueva Historia Argentina". Ed. Sudamericana) lo explican del siguiente modo: "Este proceso exigía carnes de mayor calidad y entregas regulares de los estancieros a los frigoríficos y produjo un desplazamiento de los criadores por los invernadores. Estos últimos tenían sus campos de pastoreo cultivados con forrajeras y destinados al engorde de los animales en las zonas más favorables de la Pampa Húmeda y cercanas a los frigoríficos. Mientras la rentabilidad de los invernadores, vinculados a los frigoríficos y al mercado externo, aumentaba, la de los criadores, dependientes de las compras del mercado interno y de los invernadores, disminuía. Esta situación provocó un largo conflicto que involucraría además a los frigoríficos de capital británico y norteamericano y al gobierno. En 1921-22, cuando la menor demanda y el pasaje del congelado al enfriado causaron una crisis pasajera que perjudicó esencialmente a los criadores. El gobierno no pudo o no quiso poner límites a los intereses de los frigoríficos".

En 1923, y tras un largo debate en el Parlamento alentado por el PE, el Congreso sancionó una ley que amparaba a la ganadería, imponiendo precios de venta mínimos, la inspección de la comercialización y la construcción de un frigorífico estatal. Pero esta ley fue modificada. Por presión de los frigoríficos y de los invernadores sobre el gobierno, terminó siendo modificada a favor de los intereses comerciales británicos. En conclusión, ganadores y perdedores siguieron siendo los mismos. (SY)

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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