Los agricultores y los exportadores quieren ponerse el parche antes de la herida. El arándano ha tenido un crecimiento extraordinario en los últimos diez años: en 1996 Chile exportaba 300 mil cajas y este año se superarán los ocho millones. Las plantaciones superan las 4.000 hectáreas y las exportaciones crecen cerca de 30% anual. Gabriel Ormeño, productor de Chillán, es el nuevo presidente de la mesa directiva provisoria de la Asociación que tendrá por misión dirigir el tránsito de la industria chilena del arándano. Ormeño asegura en una entrevista realizada por "Revista del Campo" que no quieren que les pase con el arándano lo sucedido con el kiwi. -Muchos analistas señalan que quedaban cinco años de tranquilidad para el arándano. ¿Coincide con eso? -No hemos hecho análisis, tenemos recién dos meses como organización, pero hemos escuchado que predecir eso es difícil. Si hacemos las cosas bien, esos 5 años pueden ser 10 ó 15 años. -Pero, con cerca de 4.000 hectáreas plantadas es de suponer que vendrá una baja gradual de precios o un ajuste. ¿Cómo lo enfrentarán? -Precisamente eso nos ha llevado a organizarnos. Queremos evitar el síndrome del kiwi. Si la oferta chilena sigue creciendo, como lo hará, tenemos que trabajar unidos para abrir nuevos mercados. -¿Entonces la receta es el marketing? -La prueba son los resultados que ha tenido la norma norteamericana que, a partir de 2001, estableció que todo productor y exportador de arándanos en EE. UU. debe aportar 12 dólares a un fondo destinado a promocionar el consumo. Esto ha significado un aumento de 15% anual del consumo en las últimas temporadas. Eso nos ha favorecido. Nosotros aportamos algo, pero el grueso lo entregan los norteamericanos. |