Después de la primera etapa, los dirigentes de la AVGR estaban más que satisfecho, porque la organización había funcionado a la perfección, ni siquiera fue necesario demorar un minuto alguno de los tramos.

Nada hacía pensar en el descalabro que se vivió en la segunda etapa.

Entre los golpes que se pegaron algunos pilotos y la imprudencia de los aficionados, que los hubo y en cantidad en todos los tramos, se fue complican-do la segunda etapa.

Cómo habrá estado de complicada la cosa que hubo participantes que apenas pudieron disputar un par de especiales, después se la pasaron viajando reagrupados.

Todo se desmoronó en cuestión de minutos.

Mientras en Cervantes se paraba el primer tramo por un accidente que protagonizó Eduardo Peroni, llevándose puesto cuando se fue afuera su auto a un aficionado, en el especial del aeropuerto roquense también se neutralizaba la prueba por la piña de Víc-tor Sánchez.

El auto del tucumano quedó en una posición peligrosa, por lo que los organizadores tuvieron que parar el tramo.

Y por si algo faltaba para aumentar el descontrol, primero se avisó de un vuelco que nunca existió en el segundo tramo, el de Canal 10. Después, se empezó a mover el público, en su mayoría muy mal ubicado, por lo que directamente se canceló.

En no menos de media hora, los tres primeros tramos de la segunda etapa quedaban cerrados y un montón de pilotos recibían un tiempo ideal sin haber siquiera acelerado unos metros.

Un reagrupamiento sir-vió para calmar el caos, pero fue apenas un espejismo, porque volvieron las complicaciones.

En el cuarto tramo, el de Huergo-Godoy, hubo un par de piñas que obligaron a mover la unidad de rescate. Se paró la prueba y al final, por las demoras y el movimiento del público, se terminó llevando en enlace a los que faltaban. Hasta se tuvo que pasar por alto el especial del Motoclub Reginense.

En definitiva, una segunda etapa de locos.

RAUL BERNAL

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