Novak Djokovic se instaló como la amenaza más potente al ´duopolio´ de Rafael Nadal y Roger Federer al conquistar el Abierto de Australia y, de paso, sumar una frustración más a la larga serie que arrastra el tenis británico.
El serbio (3) batió a Andy Murray por 6-4, 6-2 y 6-3, en el segundo año consecutivo que el escocés se estrella en la final del Grand Slam que abre la temporada (en 2010 fue Federer su verdugo). Así, tras dos horas y 39 minutos de lucha, se llevó su segundo ´Grande´ tras el de Australia 08.
"Jugué perfecto del principio al fin", se asombró Djokovic. "Jugó increíble", coincidió Murray. Se esperaba mucho más de la final, también del 5 del mundo, que no ofreció el tenis necesario para la difícil y a la vez seductora misión que encaraba: poner fin a 75 años sin que un británico gane un GS. Murray lleva tres finales de Grand Slam y tres derrotas sin haber siquiera ganado un set.
¿Se puede ver deportes desde el más allá? Si así fuese, Fred Perry habrá suspirado resignado, porque sigue siendo "la" referencia del país que se jacta de haber inventado y difundido el tenis. Es que la historia fue otra: en el duelo entre dos jóvenes de 23 años que buscan meter una cuña entre Nadal y Federer, el que sacó ventaja fue Djokovic, cada vez más amenazante para la dupla dominante. No pudo derrotar a Nadal en la final del US Open, pero esta vez no falló.
Se trataba de la segunda final entre las últimas 24 definiciones de Grand Slam sin Nadal ni Federer. Claramente, el público extrañó la presencia de los dos grandes, porque el nivel del partido fue desparejo.
Djokovic no se durmió ni un instante. En el primer set la maraña de golpes de Murray casi hacen estragos, pero un par de errores y un Novak implacable le hicieron perder el parcial en 59 minutos.
El segundo fue rápido a parar a las manos del serbio y en el tercero quebró Murray en el game inicial, pero la historia ya estaba escrita. Como hace unos meses, cuando se alzó con la Copa Davis, en Serbia otra vez hubo fiesta.