El tema del promedio no fue tanto un asunto de Leonardo Astrada como de Ángel Cappa. El Negro arrancó el año ilusionado con un protagonismo que nunca llegó a ocurrir. Cappa también apuntó alto pero, a diferencia de su antecesor, sí tuvo motivos para ilusionarse, a partir de aquel arranque de tres triunfos y un empate en el Apertura. Pero duró eso, cuatro partidos. Lo que siguió fue una permanente disputa entre un protagonismo que se diluyó demasiado pronto y un promedio que fue peligrosamente negado.
Cappa, del gusto del hincha de River al menos para Passarella, supo que debía ganarse el afecto del hincha Millonario. "Tendré que ganarme a la gente", decía el DT el 13 de abril, cuando asumía. Tras su debut triunfal en la Fecha 14 ante Godoy Cruz (2-1), en un Monumental colmado, Cappa se animó a decir "esto volvió a ser la cancha de River" y "tengo puesta una camiseta que es una escuela de fútbol".
El Clausura terminó con un inesperado 1-5 con Tigre en el Monumental. El mismo rival y el mismo escenario aparecerán en la 1º fecha del Clausura, pero no el mismo resultado. River ganó 1-0 y Almeyda sacó pecho: "Hay que ver quién se anima a faltarnos el respeto ahora". El DT, en cambio, fue más realista: "Estoy preocupado porque no jugamos bien".
El diagnóstico se mantuvo hasta su salida, pero el DT siempre estuvo convencido de que River iba a jugar bien. Pero eso nunca ocurrió. El 8 de noviembre lo cesantearon. Al otro día pronosticó: "En dos meses seré olvidado en River". Más aún: "Soy una pelota de entrenamiento en la historia de River".