Roger Federer siempre se las ingenia para volver a los primeros planos. No ganaba un título desde el Abierto de Australia, en enero, pero ayer recuperó la sonrisa en Cincinnati, un lugar que le trae muy buenos recuerdos, porque suma cuatro coronas en este ATP.
El suizo venció al local Mardy Fish, por 6-7 (5-7), 7-6 (7-1) y 6-4, en una final muy dura que se extendió por dos horas y 40 minutos de juego. El número dos del mundo sumó su decimoséptimo a nivel de Másters 1000 en su carrera y se ubicó a uno de su "sombra", el español Rafael Nadal.
Fue un trofeo largamente esperado para el suizo, que esta temporada sólo había conquistado el primer Grand Slam del año y la semana pasada había perdido la final de Toronto ante el escocés Andy Murray. Hoy se sacó las ganas y obtuvo su título número 63 en el circuito, la misma cantidad de Bjorn Borg.
Fish se lo puso más que complicado, ya que le arrebató el primer set en el tie-break y lo tuvo en jaque en el segundo, en el que fue Federer quien se impuso en la "muerte súbita".
En el tercero, el único quiebre de todo el partido, en el penúltimo game, le dio la victoria al ex número uno del mundo, que llegará entonado al US Open, donde se bajó el defensor Juan Martín Del Potro.
En el último juego, el estadounidense número 36 del mundo, salvó un primer match point pero no pudo zafar del segundo, cuando una pelota se le fue ancha y definió el pleito.
"Sólo uno puede ganar el tenis. Este (partido) podría haber sido para cualquiera. Mardy jugó de manera fantástica durante toda la semana, fue un gran torneo para ambos", dijo.
"Recuerdo la primera vez que vine aquí, era duro, hacía demasiado calor y la cancha era demasiado rápida. Ahora ya he ganado cuatro veces", agregó el suizo, campeón previamente en Cincinnati en 2005, 2007 y 2009.
En la continuidad de las estadísticas, con este éxito, Roger igualó la línea del sueco Mats Wilander, también cuatro veces ganador del certamen sobre el cemento estadounidense, todo un clásico antes del US Open, que reparte 2,5 millones de dólares.