Andy Murray tiene 23 años y es la gran promesa del tenis mundial desde hace tiempo. Para los británicos es algo así como un mesías que no alcanza a concretar sus milagros. El mayor de ellos se esperó en junio de este año, pero fue Rafael Nadal quien lo dejó sin nada en Wimbledon. Ayer el muchacho de gesto adusto y rostro frío y distante cerró una gran semana con una justa victoria ante Roger Federer (7-5 y 7-5). ¿Será el preámbulo para su consagración en el US Open?
La final del Masters 1000 de Toronto fue una prueba de fuego para un Murray que se desvela por conseguir la consagración en un Gran Slam. Es más, este año estuvo a un paso en Australia y en el GS inglés, pero cayó en la final con el Expreso suizo y en semis con el mejor jugador del mundo.
Toronto es un fuerte aliciente para el británico. El año pasado ganó allí uno de sus seis títulos, al derrotar en el último torneo a JM del Potro, aunque después, ya en el US Open, se quedó sin chances en octavos ante Marin Cilic. La historia ahora es diferente porque la de 2010 no venía siendo una temporada buena para Murray, quien había perdido las dos finales anteriores que jugó (con Federer y con Sam Querrey en Los Angeles).
Esta vez el niño mimado de las islas europeas no fue un convidado de piedra, como sucedió en enero, durante la final del GS de Australia que ganó Federer en tres sets y que le permitió llegar al récord histórico de 16 GS. Ayer supo soportar varias interrupciones por lluvia y se convirtió en el primer tenista en ser bicampeón de Toronto después de Agassi en 1995.
El mal tiempo demoró el comienzo por 15 minutos y cuando el juego se inició, Murray parecía decidido a aplastar a Federer antes de que los aficionados pudieran secar sus asientos (quebró dos veces en los primeros 10´).
Después de ganar sólo dos puntos en los dos primeros games, Federer se recuperó con un quiebre para descontar la desventaja a 3-1 y llegó a empatar 5-5 cuando Murray cometió una doble falta antes de sufrir otra ruptura de su saque. Pero Roger perdió su propio servicio y después el set.
Murray tenía el servicio con ventaja de Federer por 2-1 en el segundo set cuando volvió a llover. A la vuelta, el británico mantuvo su servicio para nivelar el segundo set a 2-2, pero de nuevo el agua. Una tormenta pasó por el Rogers Centre poco después de las 4 de la tarde, causando un nuevo retraso. Federer se animó brevemente cuando se reanudó el partido, pero al final el saque de Murray resultó demasiado bueno. Así se detuvo la tormenta interna de Andy. Y comenzó a salir el sol.