David Nalbandian es un ser muy especial. Con un tenis de la mejor fábrica y una mente de acero, el cordobés siempre consigue pararse en el centro de la escena. Con Juan Martín del Potro afuera del circuito y los demás tenista de la denominada Legión argentina sumidos en la mediocridad, el Rey volvió a ser un gran Rey.
Esta vez lo hizo en Washington, en un ATP 500 que le sirve como preludio para el US Open que el año pasado quedó en manos de Delpo y para las semifinales de la Copa David, que se jugarán ante Francia, en septiembre y en superficie rápida (indoor).
Nalbandian afrontó la final contra el chipriota Marcos Bagdhatis (6-2, 7-6 (4) con la convicción de que su vuelta al ruedo, tras una operación de cadera y recuperado de un par de molestos desgarros, había sido digna de su realeza.
Fue una batalla entre dos gladiadores talentosos y maltrechos, de muñecas excelsas y presentes variables. Lo ganó el cordobés porque demostró que su tenis está intacto y su mentalidad es un arma letal.
El Rey tuvo una semana realmente disfrutable, porque ganó 12 de los 13 sets que disputó, porque reinventó mucho de su talentoso juego y porque dejó en claro que su magia está intacta. Llegó a Washington siendo el número 117 del ranking y con una invitación par afrontar el torneo. Se tomó el vuelo rumbo a Toronto (hoy larga el Masters 1000) con el título 11 de su carrera, satisfecho de haber cortado con una racha de 18 meses sin corona (enero 09 en Sydney) y ahora en la ubicación 45 del escalafón mundial.
Con Bagdhatis hubo dos Nalbandian. El del arranque fue especialmente efectivo y dominante, al punto que quebró cuatro de los primeros siete servicios del chipriota y se llevó el primer set por un clarísimo 6-2.
En el segundo se le notaron las horas de juego durante la semana, bajó la intensidad de su tenis y permitió que creciera el del extrovertido Bagdhatis.
La gran virtud del cordobés fue mantenerse siempre en partido a pesar de no estar jugando en su mejor nivel. En el parcial final arrancó 0-2 abajo y siempre corrió de atrás, pero supo mantener en raya al tenista europeo, que contó nada menos que con 11 break points en el set, de los que sólo ganó dos. Bagdhatis tuvo su gran oportunidad en el duodécimo game, cuando contó con un set point. Pero otra vez falló y Nalbandian forzó el tie break.
Ahí apareció la sapiencia del Rey, que en un abrir y cerrar de ojos se puso 5-0. Bagdhatis luchó, pero el destino estaba sellado.