La alegría se puede manifestar físicamente de diferentes maneras. En Patagonia fue mediante intensos abrazos, cariñosos insultos, sonrisas cortadas por la dureza del frío, ojos vidriosos, lágrimas de felicidad.

Miguel Silva se quebró por dentro y por fuera cuando Gustavo Corsini decidió que este partido con pinta de final ya era historia. Se apretó el gorro rojo, se llevó las manos a la cara, salió disparado hacia el centro del campo y lloró cuando se unió a sus dirigidos. "Son lágrimas de felicidad, porque sé que cumplimos con creces nuestra parte, porque jamás nos resignamos y porque le ganamos al mejor. Y como le ganamos al mejor, ahora los mejores somos nosotros", dijo el joven entrenador.

"Parecía en la previa que teníamos el panorama negro, porque jugábamos contra Maronese, que es el club más prolijo y el equipo más fuerte de los últimos años. Pero con los muchachos hablamos y quedamos en que teníamos que hacer nuestro juego, que así podíamos ganar. Y se dio, parece un sueño, pero se dio. Espero no despertar".

No estuvo en su nivel ayer, pero igual fue de los más ovacionados. Nello Grassi cerró su campaña personal con 19 goles y quedó a dos de Mario Barros, otra vez máximo artillero. "La verdad que no me interesa ahora este tema del goleador del campeonato, Quería ser campeón, ganarle al mejor de todos. Se nos dio, y ahora sólo pienso en festejar", señaló.