Prácticamente nadie sabía quién era Louis Oosthuizen, mucho menos la pronunciación de su apellido. Y pocos podrán olvidarse de la exhibición que dio en la cuna del golf para proclamarse campeón del Abierto Británico.
Este sudafricano de 27 años que sólo una vez en sus ocho presencias anteriores en grandes había podido superar el corte, vapuleó a sus rivales en St. Andrews. Sólo tuvo dos bogeys en los últimos 35 hoyos contra un fuerte viento que sopló en el mítico Old Course.
Entregó una tarjeta final de 272 impactos, 16 bajo par, para convertirse en el primer jugador desde Tony Lema en 1964 que conquista su primer grande en St. Andrews.
Con la quinta victoria de su carrera, Oosthuizen subió al puesto número 15 del ranking.
A siete golpes entró el inglés Lee Westwood, su rival más cercano.
Oosthuizen no pudo encontrar un sitio más especial para conseguir su primer grande, pero tal vez no tenía idea de que sería tan fácil.
No permitió que nadie se le acercase a tres golpes en la última ronda y cuando Paul Casey lo amenazaba logró un eagle en el hoyo nueve.
Casey compartió el tercer lugar con Rory McIlroy y Henrik Stenson.