Un grave error del árbitro Diego Abal y su asistente Alejo Castagni, al sancionar con penal una mano sin intención de Lisandro Pérez, le abrió a Estudiantes las puertas para ganarle, merecidamente, a Chacarita (2-1), y mantener así sólo en la cima del Clausura, a un punto del escolta Argentinos.
El partido, a raíz de la polémica decisión de Abal en el penal en favor de Estudiantes, resultó sumamente tortuoso por el accionar de la hinchada de Chacarita, quienes provocaron la suspensión provisoria del encuentro en dos oportunidades (ver aparte).
A Estudiantes le costó mucho el arranque del partido, porque si bien tuvo la pelota, Chacarita le planteó un juego muy friccionado, presionando bien a Verón cuando intentó distribuir el balón, y sofocó lo que pudieran hacer Sosa y Pérez por los costados. Mauro Boselli quedó desconectado del juego y Estudiantes no tuvo peso ofensivo.
A los 19 minutos, Omar Zarif sacó un violento derechazo desde unos 35 metros, y colocó la pelota junto a la base del palo derecho, dejando sin posibilidades de reacción. Era el 1-0 y la sorpresa.
Pero a los 30 llegó la jugada que cambió el partido. Gastón Fernández sacó un remate que López no pudo evitar que rozara su brazo. El árbitro Diego Abal siguió la jugada, pero fue llamado inmediatamente por el línea Alejo Castagni, quien le señaló que López había tocado la pelota con la mano y Abal sancionó el penal y expulsó al defensor. Mauro Boselli transformó la infracción en el gol y mientras Estudiantes comenzaba a reencontrarse, Chacarita se hundía en la desesperación.
El golpe decisivo llegó a los 35 minutos, cuando José Sosa envió un córner desde la derecha, la defensa de Chacarita se quedó parada y Christian Cellay, totalmente sólo, de cabeza puso el 2-1. La historia no sufrió vuelcos en el complemento. Chacarita no tuvo argumentos futbolísticos y Estudiantes mantuvo el control de las acciones sin esfuerzos.