El cero a cero con el que Lanús y Rosario Central concluyeron el partido que jugaron ayer en la cancha del Granate, tiene dos explicaciones: la poca puntería que tuvieron los delanteros locales y las muchas atajadas que realizó Hernán Galíndez, el arquero visitante.
El desarrollo del partido tuvo un denominador común: Lanús como dueño de la pelota y el campo, sin que su rival pudiese hacer algo para impedirlo. Pero chocó contra la carencia de puntería de los delanteros locales para convertir alguna de las oportunidades que se le presentaron a lo largo de los noventa minutos, y buena muestra de ello fueron las que fallaron Salcedo (en dos oportunidades), Carrasco y Aguirre.
Si a eso se le suman varias de las intervenciones de Galíndez (a los 36 del complemento evitó el gol en dos remates consecutivos, uno de Pelletieri y otro de Aparicio), se explica gran parte del 0 a 0.
De Central habrá que decir que mientras estuvo con once hombres supo utilizar el contraataque como vía para inquietar a la defensa de Lanús. En el primer tiempo Núñez se lo perdió sólo y en el complemento Marchesín le dijo no a un cabezazo de Zelaya.
En la última media hora, el Canaya aguantó en su campo, y en esta tarea tuvieron la ayuda indirecta de Lanús. ¿Por qué? Porque el Granate no supo crear variantes para desbordar a un equipo que algunas veces se desacomodó. Lanús fue un poco más que Central, pero no supo aprovecharlo.