Independiente le ganó anoche a River (2-0) en el Libertadores de América un clásico con pocos atractivos, pero basado en su seguridad en el fondo, su oportunismo para aprovechar los momentos favorables y su confianza que fue creciendo con el correr de los minutos hasta sellar un resultado que lo deja en la punta del torneo Clausura.
El equipo de Américo Gallego perdió el control de las acciones durante largos pasajes, no tuvo suficiente creación en la mitad de la cancha, pero en las situaciones negativas se apoyó en la solvencia de su arquero Adrián Gabbarini y en la muy buena producción de Leonel Galeano.
Y arriba, el poder de definición de Darío Gandín y Andrés Silvera le permitió capitalizar dos de las pocas chances que se le presentaron para resolver el juego.
River pareció agotar los pocos argumentos de que disponía en la etapa inicial y ya avanzado el complemento, cuando se encontró con dos goles de desventaja, no tuvo capacidad de reacción y quedó a la deriva.
Dentro de un desarrollo deslucido, River fue el que produjo algo más en el primer tiempo mostrándose más coordinado, con mayor agresividad de los volantes para recuperar la pelota y algún atisbo de armado ofensivo.
Independiente después de dominar territorialmente unos pocos minutos quedó partido, perdió el balón con facilidad y casi ni se acercó al área rival. A River le faltó llegada porque tropezó con el achique hacia adelante que ensayó el fondo del Rojo.
A los 38 minutos, River quedó muy mal parado, Walter Acevedo puso la pelota en profundidad y Gandín quedó suelto para darle al cuadro del Tolo Gallego una victoria parcial que era demasiado premio para lo muy poco generó.
El arranque del complemento fue de lo mejor de Independiente, que se fortaleció con la diferencia y ganó seguridad en el traslado de la pelota, mientras que River iba cayendo en el desorden.
El segundo gol Rojo se concretó a los 15, en la maniobra mejor elaborada del clásico: Busse avanzó por la derecha, buscó la pared con Ignacio Piatti, recibió la devolución, llegó al fondo y tocó hacia atrás para que Silvera, de frente al arco, ampliara la ventaja.
La media hora final estuvo de más. River fue pura impotencia e Independiente, mejor parado que en el primer período, se dedicó a esperar, salir en contraataque, con certeza que su victoria ya no corría ningún riesgo.