En la décima fecha de eliminatorias, Argentina cayó con la pulcra selección chilena de Marcelo Bielsa y el Coco Basile decidió dar un paso al costado. Julio Grondona estaba convencido de que el sucesor del DT del vozarrón debía ser Carlos Bianchi, pero sus hijos Julio y Humberto lo convencieron con aquello de la "mística del ´86" y en noviembre de 2008 Diego Maradona se hizo cargo del equipo de todos.
Los primeros partidos fueron con buenos augurios, porque el seleccionado venció a Escocia y Francia y por eliminatorias tuvo un convincente debut con goleada ante Venezuela.
Pero los nubarrones comenzaron a asomarse y el primer affaire en explotar fue el de Maradona y Riquelme, que dimitió a la selección y dejó un vacío enorme. Argentina jamás halló el rumbo y entre mucho sufrimiento y más conflictos llegó a una angustiosa clasificación al Mundial.
Nadie, ni el más optimista de los ´futboleros´, piensa que el seleccionado puede llegar a terminar en Sudáfrica con 24 años de frustraciones y ni siquiera Lionel Messi, el mejor jugador del planteta, es valorado como tal por estos lares.
El déficit de juego de equipo de Maradona fue tan alarmante que recibió una goleada histórica en Bolivia, cayó con Brasil en Rosario y venció de milagro a Perú de local, gracias a "San Palermo". Luego consiguió el pasaje en Montevideo.
Si bien ganó más de la mitad de los encuentros que disputó en 2009 (8 de 14), el equipo carece de identidad futbolística y la prueba fehaciente es que Maradona probó este año 4 sistemas tácticos y convocó a 77 jugadores, de los cuales utilizó 68.
A seis meses del Mundial, el seleccionado despierta más incógnitas que certezas y, como si esto fuera poco, debe sobrellevar los interminables cortocircuitos entre el cuerpo técnico y el manager Carlos Bilardo. Ya es hora de superar las internas y de encontrar de una vez la identidad de juego que permita pensar con fundamento en acabar con 24 años de sufrimientos mundiales.