Como el fútbol no se nutre de la lógica, Cipolletti sólo empató con un mezquino Santamarina de Tandil (0-0). El albinegro buscó por todas las vías, hizo de la paciencia un dogma, creó varias situaciones de peligro y hasta tuvo un penal a favor, pero siempre se encontró con las manos en forma de tenazas del arquero Daniel Bertoya.
El resultado no es más que eso, porque no reflejó el trámite. Cipolletti, sin ser brillante pero sí prolijo, inquietó varias veces a un Santamarina que viajó con la idea fija de llevarse el punto que finalmente consiguió. El equipo de Domingo Perilli es el único invicto de la zona, pero el empate (quinto en el torneo) le vino de perillas a Unión de Mar del Plata que ahora manda en soledad.
Durante los primeros 45 el local fue amplio dominador, por iniciativa propia y por el planteo táctico de un rival que plantó dos líneas de cuatro y jugó a escasísimos metros del enorme Bertoya. Hugo Prieto, hiperquinético y escurridizo, tuvo la primera a los 15 y sobre los 20 desbordó y se la cedió a Manuel Berra, que a pesar de entrar solo la tiró por arriba.
Cuatro minutos después Porra quitó un balón y encaró hacia el arco, pero le faltó rapidez para cerrar la jugada y sobre los 28 un palotazo con destino incierto terminó en un mano a mano ganado por Bertoya a Padua. El corner cayó, Berra lo cabeceó, pero el balón se encaprichó y pegó en una espalda en vez de ir a la red.
A esa altura, el arquero ya había reducido el buen trabajo de rotación de balón de Cipolletti a la mínima expresión, porque la mayoría de los balones terminaban en centros y de ahí a sus tenazas.
Padua tuvo su revancha a los 40: Prieto volvió a ganar por derecha, tiró un centro que le quedó largo al Loco, pero igual Jorge Ramiro lo tomó de la camiseta y Juan Dardanelli marcó los doce pasos.
El "9" se preparó, disparó y Bertoya se lució otra vez. La última de la etapa inicial quedó en los pies de Berra, pero Manolo -de buen partido- no estuvo fino.
La segunda parte no se modificó demasiado, aunque los pupilos de Duilio Botella se adelantaron algunos metros en el campo.
Con Raúl Ruiz sin mover un músculo, el albinegro continúo con la afamosa tarea de quebrar el cerrojo defensivo de la visita.
Prieto afinó las fibras rápidas, Roberto Muñoz se adelantó en el campo, Manuel Gutiérrez aportó flujo de ideas, todos fueron, pero chocaron con Bertoya y sus aguerridos escuderos
El arquero le tapó un mano a mano a Prieto sobre los 33 y eso cerró un pleito extraño, con escasa concurrencia, frío afuera y algo injusto adentro.