NUEVA YORK.- Después de 32 años, Argentina tendrá un representante en la final del mítico US Open. Juan Martín Del Potro, con sólo 20 años, apabulló a Rafael Nadal por un triple 6-2 y definirá el torneo hoy a la tarde.
Una gran expectativa rodeaba el duelo de ayer, considerado una batalla de resultado incierto. Nada de eso sucedió. La culpa fue de Del Potro, cuyo juego tocó las puertas de la perfección.
Hacía mucho tiempo que el gran Nadal no se iba de una cancha con una paliza tan demoledora. Es más, es su peor derrota en un Grand Slam. Del Potro lo dominó a voluntad, reduciendo el juego del español a la mínima expresión. Algo que por momentos pareció hasta increíble.
Fue Guillermo Vilas el único tenista masculino finalista aquí. Ganó el torneo en 1977, cuando se convirtió en el mejor del mundo. Vestido de negro y al lado de su mujer embarazada, Vilas disfrutó del triunfo de Del Potro desde el palco de honor. Detrás de él, el francés Zinedine Zidane aplaudía cada derecha furiosa del tandilense.
En realidad fue la gran Gabriela Sabatini la última raqueta argentina en ganar en York, en 1990 y a manos de Steffi Graf.
Suspiros de admiración se desprendían del Arthur Ashe cada vez que el tandilense sacudía, con sus golpes, la lona del fondo. Fue un triunfo por K.O.
Cada set del partido tuvo un desarrollo calcado: se adelantó Juan Martín en el inicio de cada uno, y llegó a la definición 5 a 2 arriba con el saque del mallorquín. Quebró en todos los sets, jugando, ese game definitorio, mejor que nunca.
El dato no es menor: Del Potro ha jugado de manera superlativa los games decisivos. La presión no parece ser un problema para este tandilense de casi dos metros que se mueve con la soltura de un gimnasta.
Sorprende su movilidad en el court, desplazándose sobre él como si su cuerpo no le pesara. Por esa razón pudo dominar ayer a Nadal, un tenista excepcional (con una molestia en el abdominal) que poco pudo hacer ante la potencia del argentino.
Del Potro volvió a sacar de manera formidable ayer, pero curiosamente no consiguió tantos aces como en enfrentamientos anteriores (sólo seis).
Lo que hizo (como lo viene haciendo a lo largo del torneo) fue sacar de forma excelente en los games medulares, aquellos en los que se encontraba break point abajo, o aquellos que definían el desarrollo del set.
Si bien el partido se definió con un triple 6-2, muchos de los games (la mayoría) fueron reñidos y cerrados. No hay manera de que no sea así cuando el que está enfrente es Nadal.
El español deja la piel en cada pelota y es un guerrero que jamás baja la guardia. Su espada es la raqueta y su escudo su cabeza, una fuerza mental que no pierde energía jamás. Por eso es mayúsculo lo de Del Potro.
Haber arrasado a un jugador que, de no haberse lesionado en Roland Garros, podría seguir siendo el N1 del mundo, es una hazaña que perdurará en el tiempo.
Cuando se retiraba, con el público de pie, con las palmas al rojo vivo, momentos después de confesar que esta viviendo un sueño, que el US Open es su torneo favorito y que había jugado el mejor partido de su vida, Del Potro miró hacia las tribunas y agradeció tanto aprecio. Sus ojos se humedecieron.
Sólo le queda un partido para convertir ese saludo en leyenda.