Martín Palermo nunca imaginó que sería insultado y amenazado en su propia casa, pues al fin y al cabo eso es Boca hoy para el Titán, tal como le ocurrió durante la práctica del viernes, con aquellos dos barras.
En cambio, siempre sabe que el gol lo espera en cada área rival que le toque pisar. Ayer, en su primera búsqueda se encontró con el gol, el del triunfo de Boca sobre Lanas por 2 a 1. Y el grito posterior fue todo desahogo por aquellos insultos sin sentido.
Comenzó manejando mejor la pelota Lanas, con Peletera y Matías Fritzler bien parados en el centro del terreno, aunque la única fórmula que encontró el granate para llegar fueron los remates desde fuera del área con mala puntería.
A Boca le costaba encontrar la pelota. Sin embargo, en una de las primeras ocasiones en las que llegó, pudo abrir el marcador. Fue a los 16 minutos, después de un córner, cuando Cáceres encontró la pelota en el área y remató, hubo un rebote y el balón le volvió al zaguero, que sacó un violento zurdazo para vencer a Mauricio Caranta.
La ventaja duro muy poco porque siete minutos más tarde, luego de que Roberto Abbondanzieri salvara milagrosamente un cabezazo de Eduardo Salvio, llegó el tiro de esquina desde la derecha y Pelletieri, también de cabeza, estableció el empate.
Después, Lanús perdió el orden y Boca logró jugar en campo rival. Pero como ni Insúa ni Marino le dieron claridad al juego, lo más destacado fue forjar una serie de tiros de esquina, ocho en total en la primera parte.
La primera media hora del segundo tiempo fue de lo peor que pudiera esperarse de Lanús y Boca, porque ni uno ni otro le dieron prolijidad al juego, se perdieron en imprecisiones y comenzaron a caer en la fricción permanente. Lanús apareció más ambicioso, y se mantuvo en las cercanías de área rival.
Boca se aproximó al área rival por primera vez a los 32 minutos con un tiro de esquina de Pablo Mouche que Palermo cabeceó a las manos de Caranta. Dos minutos más tarde se repitió la escena, pero esta vez el cabezazo de Palermo fue al ángulo derecho de Caranta. Fue el gol de un triunfo que a Boca le costó demasiado.