"Demostramos que trabajamos muchísimo durante este torneo. Lo que conseguimos es muy importante para Cinco Saltos". David Lillo hablaba con aliento entrecortado, agitado por la emoción, la vuelta olímpica y la sensación de haber entrado en la historia.
El capitán de Saltense se abrazó con uno y otro, cantó, salto, y analizó. "Logramos el objetivo que nos habíamos planteado cuando arrancó el campeonato. Creo que el partido con Atlético fue parejo y que la diferencia la hicimos con los chicos que saltaron desde el banco de suplentes".
A pocos pasos, el entrenador Oscar Acevedo también habló de una final "pareja" ante los reginense y no se ruborizó cuando confesó que sus muchachos ganaron el partido porque contaron "con un poco más de suerte".
"No puedo creer lo que conseguimos. Todos saben que este título es muy importante para Cinco Saltos, que hace mucho tiempo (19 años) no sacaba un campeón", señáló el DT.
Alrededor de 3000 almas sufrieron con una finalísima de dientes apretados y cierre infartante. Decenas de banderas, globos coloreados de albo y un fuerte operativo policial (alrededor de 40 efectivos) hablan a las claras de una de las definiciones más atrapantes de los últimos años en la Confluencia.
La vuelta olímpica fue de novela, bajo una intensa lluvia y en un festejo que sólo incluyó a los protagonistas. Hubo hinchas de Atlético tiraron algunas piedras, pero fueron los menos. Nada logró empañar un momento inolvidable.