Marcelo Arturo Yorno (05-02-62), el arquero más trascendente que tuvo la zona, vive en Rincón de Emilio con su segunda esposa y dos de sus hijos, se levanta a diario a las 6 y muchas veces recuerda que fue ídolo de Cipolletti, "héroe" en Estudiantes, compañero de Diego Maradona en Boca y preseleccionado por el Coco Alfio Basile para jugar en la selección. Lejos de lo que se piensa, el "Mosquito" no está salvado económicamente, trabaja en un café de Neuquén y espera con ansias que el fútbol le dé otra oportunidad.
Yorno regresó a la región porque se enamoró de una neuquina y pensó que aquí, donde alguna vez fue el muchachito de la película, podía rearmar su vida a gusto y placer. Eso fue hace tres años, después de un divorcio traumático ("estaba muy bien, pero ahí dejé todo lo que había ganado en mi carrera, fue una decisión mía arrancar de cero") y algunas desilusiones deportivas.
Las cosas no salieron como pensó. "Es extraño que en la región nadie me ofrezca trabajo, quizá en los clubes no saben que estoy acá. La verdad es que me gustaría trabajar de lo que sea", dice en el comienzo de la charla, y ya sobre el final ofrecerá su hipótesis: "Lo que pasa es que la gente se acerca cuando estás en la cresta de la ola. Ahora muchos deben decir ´éste está muerto, qué le vamos a dar laburo´. Cuando vos tenés, sos; cuando no tenés, no sos. Si hoy tuviese los 10 departamentos que tenía o el nivel de vida de antes, hoy seguro que estaría trabajando".
No está ´muerto´ económicamente. Vive en un lindo dúplex, bien acondicionado, se mueve en un buen auto y seguramente llega a fin de mes.
Claro, hace un tiempo tuvo "todo eso" que piensa la gente. Hoy necesita trabajar de lo suyo, porque es técnico recibido, instructor de arqueros y sobre todo un tipo que estuvo más de 15 años jugando en el nivel más exigente.
Cuando apenas regresó a la región rechazó el cargo de titular del Deporte rionegrino ("no se hacer política"), lo tentaron de Cipolletti para ser DT, pero Mingo Perilli continuó, y firmó un contrato por tres años con Independiente que duró tres meses, porque él renunció.
"La idea era trabajar en las inferiores, armar un grupo selectivo y llevar chicos a Buenos Aires para probarlos. Pero en Independiente me dejaron muy solo los dirigentes y todos los proyectos se diluyeron. Creo que en la zona falta mentalidad para crecer".
Sólo un par de arrugas en la frente acusan la edad de un Yorno que no engorda ni envejece. Que se mantiene físicamente inalterable. Lo único que se le cuestionó a lo largo de una carrera por demás atípica fue la altura (1,75 mts.), al punto que él piensa que Basile lo dejó afuera de aquella selección que finalmente viajó al Mundial ´94 "por ser muy bajo".
-Eso te sucedió en el mejor momento de tu carrera.
-Sí, fue en el ´91, cuando atravesaba un gran momento en Estudiantes. Yo era un arquero de 6, 7 puntos, muy regular, pero ahí rozaba el 10. Siempre se me cuestionó la altura, hasta de grande, porque cuando estuve a punto de ir al seleccionado tenía 30 años. Las puertas del seleccionado se me cerraron por la altura. Creo que Basile prefirió arqueros más altos (Goycochea, Islas y Cancelarich).
-Si para vos un arquero debe medir 1,80 mts., le das la razón al Coco.
-A medias. A mí la altura nunca me complicó, porque yo tenía mucha potencia en piernas y los centímetros que me faltaban los ganaba en los saltos. Mis virtudes eran la rapidez, tenía una visión periférica muy importante, era inteligente para anticiparme a las jugadas, me gustaba arriesgar, salía a cortar centro al borde del área cuando con este físico no tenía que moverme de abajo de los tres palos, y ganaba. La altura no era un impedimento para mí, para los demás al parecer sí...
Jura que la decisión de Basile no lo frustró y espeta una carcajada (y un "hay mucha sanata en el fútbol") al recordar que Demichelis hasta habló de suicidio al quedar afuera de la lista para Alemania 2006. Yorno dice que es frío en sus decisiones y hombre de "mente fuerte".
Desde ya la perseverancia es lo suyo, porque todo le llegó tarde, aún para un arquero: en Independiente de Avellaneda lo cortaron a los 21, aterrizó en Cipolletti, se consolidó y recién a los 27 debutó con Estudiantes en el fútbol grande. En el Pincha fue héroe y se retiró villano (ver aparte), a los 34 lo tentó River y 12 meses después compartió viajes con Maradona, Caniggia, el Kily y Verón en el Boca de Marzolini (ver aparte).
El ocaso como jugador cayó en Cipolletti no de la mejor forma (ver aparte). Se retiró a los 39 en Del Valle de Necochea, el club de sus amores y desde ahí tuvo más malas que buenas como DT e instructor de arqueros. Antes de regresar a Neuquén lo contrató Newell´s (venía de ser campeón), pero huyó a los pocos meses.
"Pasaban cosas increíbles, no había pelotas para entrenar. Los primeros 10 días me la pasé hablando con los arqueros. El predio donde entrenábamos lo manejaba un asesino a sueldo de López (ex presidente) que andaba de acá para allá con una itaka".
Odia hablar por teléfono, aunque ahora espera que del otro lado del tubo le informen que está de vuelta en el ruedo. "Quiero otra chance en el fútbol y estoy dispuesto a laburar de lo que salga. Aquellos años de buena vida ya pasaron, hoy tengo que remarla como cualquiera".