Si Boca fue el sueño y Estudiantes su cielo-infierno, Cipolletti se convirtió en el trampolín que catapultó a Marcelo Yorno a lo más alto del fútbol argentino. Dos pasos tuvo el Mosquito por el albinegro y en ambos dejó su huella. Llegó de casualidad a la región, después de quedar libre en Independiente y, por recomendación de un conocido, desembarcó en Atlético Regina. De allí, sin jugar, lo mandaron a Cipolletti, donde en un par de prácticas convenció al técnico Juan Perales. Estuvo seis años y el albinegro rozó el ascenso a la primera con el equipo de Cacho Cadars.
-Siempre se rumoreó que la dirigencia no quería ascender...
-Hicimos lo posible por llegar a la A, no creo que los dirigentes no hayan querido ascender.
Pasó por Estudiantes, Central, Boca, Unión y Español antes de pegar la vuelta para ser el "1", con 37 años, de aquel equipo que armó Darío Tempesta.
"Ese año (´99) no ascendimos porque los dirigentes se equivocaron al echar a Tempesta. Él era joven y quizá muy bocón, pero hablaba con pasión, era inteligente, sabía trabajar, conocía la categoría y había armado un equipo espectacular. Su ida provocó un bajón en nosotros", explica.
-En Cipolletti nadie defiende a Tempesta, todo lo contrario.
-Lo odian porque dijo cosas duras, pero eran ciertas. En ese momento, Cipolletti a nivel dirigencial no estaba capacitado para estar en primera. Después quedó a la vista: nos mintieron, no nos quisieron firmar el contrato...