La actuación de Ariel Ortega, la noche del sábado, en el triunfo "millonario" sobre el Everton de Inglaterra (1-0, golazo del Burrito) provocó que nuevamente las esperanzas vuelvan a aparecer en River, que de la mano del jujeño pretende cambiar en este segundo semestre del año los malos momentos vividos en los últimos tiempos.
Es cierto que en Edmonton, Canadá, el equipo de Néstor Gorosito no tuvo un rival serio, por lo menos por lo que demostró este Everton en Canadá, pero algunos movimientos de Ortega, además de su golazo, generan ilusión.
Mucha de esta ilusión que comenzó a generar el jujeño tiene que ver con el mal momento de River, porque una hora de juego le alcanzó a Ortega para empezar a ponerse un traje de salvador, que todavía no está claro si le queda bien porque eso lo dirá el tiempo.
Por lo pronto se sabe que el fútbol es un juego de contagio, porque si la pelota le llega redonda a un compañero por lo general vuelve de la misma manera y Ortega en su regreso a River hizo simplemente eso, darle la pelota a un compañero, ni más ni menos.
Después el jujeño tuvo cosas de su juego, algunos quiebres de cintura, enganches, ganó algunas veces en velocidad y marcó un gol de esos que no se olvidan. Los canadienses quedaron maravillados con Ortega, lo compararon con Maradona, pero todavía le falta para estar en su mejor forma porque anoche aguantó una hora y no tuvo rivales serios.
Otro de los hechos muy positivos es que el juego de Ortega seguramente se potenciará con Marcelo Gallardo en cancha, quien entiende como pocos al Burrito. Gallardo sabe para dónde puede picar Ortega o que pase le puede llegar a recibir, por eso, las chances de acrecentar su juego están latentes.
De todos modos, este River recién se verá cuando comience a jugar el torneo Apertura y Gorosito sabe que debe mejorar en muchos aspectos. Por ahora le alcanza con saber que Ortega está de vuelta, y está bien, enchufado y con muchas ganas de jugar al fútbol y hacerlo bien.
Así las cosas, el presente ilusiona de Ortega ilusiona. Claro que no hace falta demasiado para ilusionar a una afición como la riverplatense, tan golpeada en los últimos tiempos. El ídolo está de vuelta en casa, también su fútbol. Ahora, tiene que aparecer el equipo. Y ese es trabajo de Pipo Gorosito.