"Expulsaron al arquero de Patronato", tiró el pelilargo de chivita estilo Yagi y la ilusión de aquellos que lo escucharon revivió. Corrían 34 minutos del segundo tiempo en La Visera y algo parecido en San Juan. A esa altura, Cipolletti cumplía con su misión, la de ganar, pero la mano "puyutana" no llegaba. Finalmente, no llegó.
El estadio "albinegro" fue una mezcla de sensaciones, un viaje que pasó por diferentes estaciones: de la alegría al llanto, del festejo a la desazón, del aliento al inquietante silencio.
"Cipo" fue mucho más que 9 de Julio en la cancha, controló el partido de inicio a fin y, aunque comenzó abajo en el marcador, en La Visera siempre hubo confianza. Por eso, radio en mano, muchos estuvieron más expectantes por lo que sucedía en San Juan (Desamparados 0-Patronato 0). "Le expulsaron a otro, están con 9, los sanjuaninos se lo ganan", auguró un conocido empresario mientras en la cancha Perilli rogaba a los suyos que "jueguen, hagan circular la pelota". Después vino la corrección: "Se equivocó el relator, al que echaron era suplente", sonrió resignado otro hincha.
En San Juan no hubo adición y los cipoleños jugaron los 5 minutos de descuento más largo de sus vidas. Ya no importó el destino del balón, cuando cinco mil almas se pusieron de pie para aplaudir la nobleza de un equipo que terminó envuelto en llanto y frustración, un equipo que cayó peleando y que quedará en la memoria.