Todo tenía todo a su favor para quedarse con el clásico y romper así con la racha de siete partidos sin victorias en el torneo. Pero Boca, que ganaba 1-0, con un hombre de más y a apenas un puñado de minutos para el final, dejó lugar para la resurrección del Santo. El Xeneize no supo cerrar el telón a tiempo y permitió que San Lorenzo consiguiera un empate con gusto a victoria.
El mérito del Ciclón fue el espíritu para luchar en todo momento sin resignarse a la derrota, aunque los argumentos que expuso en ataque fueron muy precarios. El pecado de Boca fue dejarse estar, no aprovechar en ningún momento la supremacía numérica con la que contó y dejar transcurrir el tiempo como si supiera que el partido estaba definido.
El gol de Boca, bien convalidado, pero muy discutido, y un claro penal en favor de San Lorenzo no sancionado, constituyeron las notas polémicas en el discreto arbitraje de Federico Beligoy, que pareció robarse el protagonismo del partido en la primera parte.
Con el gol de Boca se caldearon los ánimos en el Bajo Flores. El disparo de Roncaglia ante una salida en falso de Hilario Navarro, alcanzó a cruzar la línea de meta antes del cierre de Bottinelli. El clima se recrudeció a los 36 hubo una mano de Forlín en el área que el árbitro no sancionó.
San Lorenzo comenzó el segundo período decidido a atacar, pero muy pronto se quedó con un hombre menos por la expulsión del "Chaco" Torres, quien por una infracción contra Chávez se ganó la segunda amonestación.
El equipo de Diego Simeone quedó entregado a su suerte, y el toque de fortuna llegó. Cuando parecía que el triunfo de Boca era un hecho, a los 41 Bordagaray habilitó a Bergessio por izquierda ante la "siesta" de los defensores xeneizes y el delantero con un disparo cruzado puso la igualdad. Premio para el esfuerzo del Ciclón y un castigo para la indolencia de su adversario.