En una de las tantas y magníficas charlas que el escritor mexicano Juan Villoro mantuvo con Jorge Valdano, el ex campeón mundial le dijo que no creía que Diego Maradona pudiese ser un buen entrenador. La idea de Valdano, una suerte de pensador contemporáneo en el mundo de la redonda, se basaba en la dificultad que tienen estos seres magníficos como Diego para compatibilizar su genialidad con lo mundano, en este caso, con la "normalidad" de sus dirigidos.
Si bien no le dijo en forma tan taxativa, hace años atrás Marcelo Bielsa intentó explicarle a la prensa cuál debía ser el objetivo de los técnicos modernos: "No hay nada mejor que el jugador de fútbol para resolver un partido, pero hoy los entrenadores y los equipos han decidido que el proceso creativo sea secundario, y esto es negativo para el fútbol. Si el fútbol destructivo creció y la jerarquía de los jugadores por sí sola no alcanza para detener esto que es tan dañino, habrá que ver si no se necesita del desarrollo de algunas ideas colectivas de ataque que auxilien la capacidad creativa individual. Si pudiéramos darle la pelota a Maradona y que él resuelva todos estaríamos felices, pero
no hay más Maradonas y seguimos pensando que el fútbol es según las capacidades que él tenía".
Maradona por estas horas recorre el mundo europeo, y no es que anda de paseo. Tampoco es cierto que el único fin del viaje tenga que ver con meterle presión al Barcelona en post de tener siempre a disposición a Messi (que jugará el 11 de febrero ante Francia). La idea de Diego es mucho más profunda, y tiene que ver con una fuerte, intensa capacitación en materia táctica y técnica, manejo de grupo y todo lo relacionado con los secretos de un puesto en el que aún le falta mucho por conocer.
El "10" verá a sus dirigidos, pero también a muchos de los mejores equipos del mundo; se entrevistará con varios de los técnicos más destacados de la actualidad, como lo hizo con Pep Guardiola ayer, en pleno entrenamiento del Barcelona, y seguramente comenzará a depurar el desarrollo de las ideas colectivas de las que habló Bielsa hace más de una década atrás, cuando ni siquiera pensaba en que sería entrenador de la selección.
Quienes lo conocen de cerca aseguran que Diego aunque posee "una fuerte voz de mando", como le confió hace unos días su mano derecha Carlos Bilardo al diario español "As", "disfruta escuchando, aprendiendo".
Su mentado y tan hablado cambio de conducta quizá tenga que ver con esto: Maradona parece hoy dispuesto a que sus interlocutores no sean meros oídos, y da la sensación de haber entendido que no es necesario que a cada minuto se le rinda pleitesía.
Es cierto que jamás, aún cuando tenga 90 años, pasará desapercibido para el mundo. Como también es
cierto que parece haber comprendido que su cargo actual requiere de otras maneras y formas de comportarse en la vida pública
Invitado por el técnico Pep Guardiola, volvió al césped de La Masía, donde alguna vez descolló e hizo vibrar a la afición en la cancha con miles de gambetas y fantasías, y allí habló con el plantel por algunos minutos. Después, ya a un costado, frotándose las manos para menguar el frío, escuchó atentamente los conceptos de Guardiola, el técnico que supo moldear el equipo que más le gusta al "10".
"Creo que el Barcelona es quien juega el mejor fútbol del mundo", le dijo el "Pelusa" a la prensa después de la práctica y unas horas antes de presenciar la victoria del Real Madrid sobre el Villarreal, donde no se perdió detalle de lo que hicieron Fernando Gago y Gabriel Heinze.
El Maradona de hoy es otro. Disfruta con la perspectiva de que su hija Gianinna y el "Kun" Agüero lo conviertan a los 48 años en abuelo y está exhibiendo algunas dotes de diplomacia, de "muñeca", que permiten pensar que posiblemente Valdano se equivocó, que quizá su genialidad también pueda tener algo de mundana.