2008 fue uno de los peores años de la selección. Porque jugó decididamente mal y porque a esa crisis futbolística la acompañó una inevitable crisis interna, que terminó con la renuncia de Alfio Basile. Rumores de cortocircuitos entre los jugadores y entre algunos de ellos con el entrenador fueron socavando las bases de un grupo de trabajo que nunca pareció sentirse cómodo.
"Un equipo que jugó muy bien la Copa América del 2007, en Venezuela, pero que en las Eliminatorias no anduvo", dijo el Coco hace unos días. El problema fue que este año que sólo tuvo partidos de Eliminatorias. Fueron seis y sólo en uno de ellos, el equipo jugó apenas bien: Uruguay (2-1), en el Monumental, el 11 de octubre. Pero cómo habrá sido el clima interno que apenas cuatro días después de la mejor producción ocurre la derrota ante el Chile de Marcelo Bielsa (1-0), en Santiago. A la noche del día siguiente renunciaba el entrenador. Y un día más tarde, Lionel Messi celebraba la decisión del "Coco": "Hace tiempo que la selección no venía jugando bien y a lo mejor se necesitaba un cambio", decía el crack del Barcelona.
El equipo del "Coco" ganó tres partidos y tan sólo perdió uno, pero la mediocridad de su juego se traduce en los seis empates que cosechó en el año. Tercero y a siete puntos del líder Paraguay, sin dudas la peor campaña en Eliminatorias desde las de 1993.
La temporada comenzó con tres amistosos: Egipto (2-0); México (4-1); y EE. UU. (0-0). Los resultados positivos generaron cierta expectativa de cara a las Eliminatorias que comenzaron en junio, pero no. Una semana después de la gira, Argentina jugó ante Ecuador (1-1) el que hubiera sido su peor partido si no fuera porque, cuatro meses después, perdieron con Chile (1-0) jugando tan mal que al otro día Basile renunció y Messi respiró aliviado.
El principal desafío del "Coco" fue hacer de la suma de grandes jugadores un gran equipo, en cambio resultó ser su principal fracaso. Su idea de unir el fútbol de Juan Román Riquelme con el de Messi se transformó en una obsesión que arrastró a todo el equipo hacia un vacío táctico. Sin tiempo para el trabajo de campo ni para la convivencia, técnico y jugadores se fueron distanciando hasta el punto de vivir cada cual en un mundo propio y ajeno el del otro.
Basile y los suyos hablaban de una cosa y los jugadores hacían cualquier otra, dentro y fuera de la cancha.
Messi y Román se esforzaron cuanto pudieron por mostrar que jugaban a lo mismo, pero el fútbol y los resultados nunca aparecieron. Coincidieron los 90 minutos en tres de los cinco partidos que jugaron juntos este año: Ecuador (1-1); Paraguay (1-1) y Perú (1-1). Ante Brasil (0-0) y Uruguay (2-1), Román jugó 81 y 70 minutos respectivamente. Es cierto, con ellos el equipo no perdió, pero protagonizaron de lo peor que la selección hizo en el año.
Si la sociedad Messi-Riquelme resultó ser una unión forzada, no lo fue en cambio la que formaron Messi y Sergio Agüero, amigos dentro y fuera de la cancha. Si bien al equipo tampoco les fue nada bien con ellos, lo poco de buen fútbol que se generó ocurrió a partir de ellos.
De los ocho partidos que jugaron juntos, sólo en dos lo hicieron los 90 minutos: Ecuador y Chile, los dos peores partidos del año. Ambos participaron de la gira norteamericana de junio y ante Brasil, Paraguay, Perú y Uruguay , Messi fue titular y Agüero ingresó en los segundos tiempos. Y en todos ellos Román los acompañó.Con Diego Maradona, ninguno de los tres jugó aún. Ante Escocia (1-0), Riquelme y Messi no fueron convocados por compromisos con sus clubes y Agüero, que sí fue citado, tuvo que dejar la concentración de urgencia porque su mujer Gianina -la hija del DT- tuvo una leve complicación con su embarazo. Riquelme y Messi saben que con Maradona a cargo de la selección, ambos seguirán jugando juntos. Sin Basile como coartada, ya no hay excusas. Y Diego, la chance de lograr lo que el "Coco" no pudo: hacer de las estrellas, un equipo.